viernes, 26 de febrero de 2016

Cross My Heart, Hope to Die - Capítulo 27 - Una voz en la oscuridad

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    Emma retrocedió sobre un macetero de terracota. Su pulso latía fuertemente en sus oídos. ¿Debería correr hacia la calle, o hacia adentro? El alcohol hacía sus pensamientos más lentos, manteniéndola en una indecisión peligrosa. Dio otro paso atrás. Esto era todo. Estaba a punto de morir.
    - No quise asustarte, Sutton. Sólo soy yo, - dijo una voz masculina desde las sombras.
    Thayer dio un paso al frente hacia la luz. Lucía hermoso en una camisa abotonada Hugo Boss y shorts caqui.
    Emma exhaló aliviada.
    Observé con envidia cuando se acercó para tomar el brazo de Emma y la llevó hacia el columpio del pórtico. Se sentaron uno al lado del otro en un silencio amistoso.
    - ¿Qué hacías aquí afuera? – Emma finalmente pregunto. Su corazón aún no había calmado hasta un pulso normal.
    Thayer sonrió con tristeza, levantando su lata de Coca Cola. – Resulta que estar en rehabilitación te convierte en aguafiestas.
    Emma pensó en cómo debía sentirse para Thayer el ir a una fiesta como esta. No era fácil resistirse a esa clase de presión, escuchar a adolescentes borrachos armando líos adentro, sabiendo que él no podía ser realmente uno de ellos.
    Thayer echó vuelo suavemente en el columpio, con sus pies en el piso. Arriba Emma podía oír los chirridos de llamada de murciélagos cazando. El lento balanceo del columpió le calmó los nervios. Tenía que comportarse. ¿Y si hubiera sido Becky? Gritar y tropezar con los muebles no la ayudaría exactamente. Necesitaba estar siempre lista para lo que sea. No debería haber bajado la guardia, ni siquiera por una noche. Suspiró. Simplemente no era justo. Estaba tan cansada de estar constantemente alerta. Quería ser vulnerable, ser normal, sólo una vez.
    - ¿Te sientes bien? – preguntó Thayer.
    - Todos me preguntan eso esta noche, - Emma dijo. - ¿No luzco bien?
    - Luces perfecta, como siempre. Te pregunté cómo te sentías.
    Se volteó hacia Thayer. Le sorprendía que él era probablemente la única persona que la hubiera presionado en ese punto, forzándola a distinguir entre apariencia y realidad. La miraba seriamente, sus ojos lucían brillantes en contraste con su piel bronceada. No sabía cómo empezar a responder. No se había sentido como ella misma en semanas. ¿O quizás nunca se había sentido tan como ella misma? El alcohol suavizaba los bordes de todos sus pensamientos, así que no estaba segura de lo que quería decir hasta decirlo en voz alta. De todos modos nada tenía sentido esta noche—No lo tenían ella y Thayer, sentados aquí en esta banca en una fresca tarde de noviembre, no lo tenían sus amigas; ni siquiera Ethan. Especialmente Ethan.
    Se puso un mechón de cabello tras la oreja. - ¿Algunas te has sentido como que nadie es realmente quien parece ser?
    Los labios de Thayer hicieron un gesto de ironía. – Todo el tiempo. ¿Por qué crees que no le dije a la gente que iba a ir a rehabilitación? Sabía que la mitad de las personas que penaba que eran mis amigos me darían la espalda. – Se rio un poco. – Sabía que terminaría sólo en el pórtico bebiendo soda cuando la mayoría de las personas que conozco pretendían que no me vieron allá.
    Emma de repente se sintió cohibida. Aquí estaba, con olor a cerveza mientras estaba sentada junto al chico quien había ganado la batalla por la sobriedad. Se puso a jugar con la cartera de Sutton, abriéndola y cerrándola.
    - Simplemente ya no sé en quién puedo confiar, - dijo suavemente. – Sigo saliendo herida por personas que creo conocer.
    Thayer miró por sobre la baranda de metal forjado del pórtico. El enorme jardín delantero de los Chamberlain lucía como un cementerio de elefantes en la oscuridad, con los autos estacionados al azar. Alguien había puesto su Miata justo sobre uno de los rosales premiados de la Sra. Chamberlain. Emma se preguntó distantemente qué excusa diría Charlotte para salvarse de eso.
    - Eso apesta, - Thayer dijo, jugando con el abridor de su lata de bebida. Se rompió y lo puso en el apoyabrazos del columpio. – Quizás necesitas gente nueva en tu vida.
    Emma se mordió el labio y dio una risa incómoda. – El problema es que algunos son familiares.
    - Ah, - dijo. – Si, entiendo eso también. ¿No sería genial si pudieras escoger a tu familia?
    - Yo escojo a Steve Carell de papá y a Tina Fey de mamá, - bromeó.
    - Bart Simpson de hermano.
    - Wednesday Addams de hermana.
    Thayer sonrió. Se apoyó atrás en el columpio del pórtico, con expresión pensativa. -    Sabes, una de las cosas que aprendí en rehabilitación que resultó no ser un completo cliché, es que no puedes controlar a las personas. Lo mejor que puedes hacer es ser honesto con las personas que amas y esperar que les importará lo suficiente para escucharte. Pero no puedes hacer que alguien sea algo que no es.
    - Eso suena muy… adulto, - dijo Emma.
    - Bueno, muchos adictos actúan como niños, - dijo, encogiéndose de hombros, - Sólo decía—no puedes prevenir que otras personas te decepcionen. Va a ocurrir en algún momento. Todos somos humanos solamente. Lo que si puedes hacer es decidir cómo vas a responder a eso, cómo vas a lidiar con eso.
    Emma asintió lentamente. Era un buen consejo—sólo que no estaba segura de que funcionara realmente en su situación. Esta era una investigación por asesinato, y tenía que combatir fuego con fuego. No podía jugar a la defensiva, no más. – Todo es tan complicado a veces, - dijo, deseando poder decirle todo a Thayer.
    - Sí, lo sé. – Exhaló fuertemente. – Créeme. Al vivir con mi papá, hay tanto que debo dejar atrás. A veces quiero golpearlo, castigarlo. Lo he hecho, sabes—antes de irme a Seattle, le di algunos golpes. – Sacudió la cabeza. – Pero eso es sólo cuando creo que puedo cambiarlo de algún modo. Hacer que se arrepienta. No puedo, obviamente.
    Estaban sentados allí en las sombras, balanceándose para allá y para acá, la música de Pobre Tony seguía sacudiendo la casa. Emma estaba poniéndose sobria rápidamente gracias al aire fresco y al golpe de adrenalina por haber pensado que Becky estaba en el pórtico. Pero seguía suficientemente ebria para admirar a Thayer sin sentirse avergonzada. Seguía mirándolo de perfil, estudiando la curva de su mejilla, la pequeña cicatriz en su mandíbula. Se preguntó si eso también era un recordatorio del accidente en el Cañón Sabino.
    - Thayer, - susurró. Se volteó hacia ella, y la intensidad de sus ojos la hizo perder la respiración por un momento. Tosió en su mano. – Nunca había dicho esto, pero… estoy muy orgullosa de ti. – Era cierto: Admiraba la determinación de Thayer, su fuerza. A pesar de que no lo conocía de antes, sentía que ya no era el chico de los afiches de SE BUSCA. El chico que se había desvanecido sin decir una palabra. Había vuelto convertido en una nueva persona. Más que nadie más aquí esta noche, él sabía exactamente quién era él y en qué creía. Era refrescante—especialmente después de todas las mentiras y el pretender que había estado acumulando.
    - ¿En serio? – preguntó.
    - Hay que tener agallas para cambiar, - dijo Emma serenamente. – Para comenzar a decirle la verdad a todos, y sobre todo a ti mismo. Sé que ha sido difícil para ti. Pero los se preocupan por ti—estamos aquí para apoyarte.
    Sintió cómo las cálidas manos de Thayer, callosas por todo el trabajo de jardín que había estado haciendo, envolvían sus dedos. - ¿Los que se preocupan por mí, eh?
    Sus mejillas ardían. – Ya sabes, Mads, Char, Laurel. Tu papá incluso. Todos nos preocupamos por ti.
    - Agradezco oír eso, - dijo suavemente, acercándola. Y luego, antes de darse cuenta, sus labios estaban en los de ella.
    Por medio segundo, recibió el beso. La boca de Thayer era tan suave y seductora. Todo lo que quería hacer esta noche era dejar atrás a Emma y ser Sutton, incluso si tenía que terminar a media noche como un cuento de hadas. Y en este momento, saboreando la dulzura de la Coca Cola de vainilla en los labios de Thayer, la línea entre ella y Sutton se sintió especialmente borrosa. Se movió inconscientemente hacia él en el columpio, y sus manos se deslizaron alrededor de ella.
    Por muy extraño que era esto para mí, entendí los complicados sentimientos de Emma, que la línea de separación entre nosotras se haga más y más confusa. Estábamos sumergiéndonos profundamente la una en la otra, con el peligro de perdernos en el proceso. Observar a Emma vivir mi vida y sentir la emoción del beso de Thayer en sus labios era la segunda mejor cosa, después de besar yo misma a Thayer. Ni siquiera podía decidirme si es que quería tirarles la lata de Coca Cola a las cabezas o si animarlos.
    Pero luego Emma se separó de Thayer de un golpe. ¿Qué estaba haciendo? Sólo porque alguien la llamara Sutton no significaba que se hubiera convertido en su gemela. La culpa la acuchillaba. Había traicionado a Ethan y engañado a Thayer. Todo lo que había hecho era romper cosas por aquí y por allá. Tal como Becky, pensó con amargura.
    - ¿Qué diablos?
    Una voz enojada la alejó de sus pensamientos, y levantó la mirada para ver a Ethan en los escalones del pórtico.
Sus ojos ardían de furia. Su mandíbula estaba apretada y tensa, sus puños se abrían y cerraban como si no pudiera decidirse si golpear algo o estrangularlo. Las manos de Emma volaron hacia la boca.
    - Ethan, - exclamó. – No es lo que crees—
    - Tú, - rugió, ignorándola. Sus ojos estaban fijos en Thayer. – Estás muerto.
    Thayer apenas tuvo tiempo para pararse antes de que Ethan estuviera encima de él, con su puño cayendo directamente en el mentón del chico más alto. Agarró a Thayer por la remera y lo arrojó contra uno de los pilares del pórtico.
    - ¡Detente! – Emma gritó. Comenzó a gotear sangre de un corte en la cabeza de Thayer. Embistió un codo en las costillas de Ethan e Ethan se inclinó, doblándose de dolor. Thayer lo tacleó echándolo abajo del pórtico.
    - ¡Pelea! – alguien gritó, notando lo que estaba pasando, y todos se sumaron a corear. - ¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!
    Los espectadores se dividieron casi instantáneamente en dos lados. La mayoría de los chicos animaban a Thayer con gritos como “¡Patea su trasero, Vega!” y “¡Toma eso, Landry!”. Era un testamento al poder y popularidad de Sutton que todas las chicas, especialmente las más jóvenes, comenzaron a gritar por Ethan.
    Los dos chicos en el jardín seguían luchando, aparentemente sin notar la multitud que se había juntado. Había un charco de sangre en la tierra y los había ensuciado a los dos. La remera de alguien se rompió audiblemente.
    Emma miró fijamente a Charlotte en la multitud, lanzándole una mirada de ruego. Charlotte entendió y rápidamente se volteó hacia Mark Bell, quien entró corriendo a la casa y le gritó a alguien que Emma no pudo ver. Momentos después, otros dos chicos—ambos del equipo de basquetbol—bajaron corriendo. Rick Parker, el escolta a quien le acababan de dar una beca completa a Duke, sujetó a Ethan y le afirmó los brazos mientras Andrew Collins y Mark Bell tiraron a Thayer en la dirección opuesta. Ethan y Thayer luchaban para liberarse, mirándose entre sí con clara hostilidad.
    - Buena esa, Feria Científica, - dijo Thayer, con la sonrisa irónica de vuelta en sus labios. Había un feo corte sobre su ojo. – Parece que finalmente sacaste músculos.
    Ethan jadeaba cuando Ricky le soltó los brazos. Sus jeans estaban manchados con pasto y tierra. Por un momento Emma pensó que iría tras Thayer nuevamente. Pero en vez de eso, se volteó hacia ella.
    - No has cambiado en lo absoluto, Sutton, - dijo. – Eres una puta egoísta, tal como siempre has sido.
    Con eso se dio media vuelta y caminó a través del terreno hacia su auto.


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