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¡Ethan, espera! – gritó Emma, pero no se volteó. Corrió bajando los escalones
del pórtico y fue tras él, ignorando las miradas curiosas de todos detrás de
ella. Se tropezó con los adoquines y se sacó los tacones por la frustración,
abandonándolos en el pasto. El Honda malgastado de Ethan estaba casi en la
reja, ya que había sido una de las últimas personas en llegar a la fiesta.
Alcanzó el auto justo cuando él se estaba subiendo y se subió obstinadamente en
el asiento del copiloto.
La
chica hawaiana con resorte que Ethan tenía en el tablero se balanceó cuando él
cerró la puerta. – Para, - ella dijo jadeando. – Puedo explicarlo.
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¿Qué hay que explicar? – Ethan dijo con disgusto. Sus manos estaban empuñadas
peligrosamente, como si quisiera golpear algo nuevamente. A la oscuridad podía
ver el hilo de sangre que bajaba desde su frente hacia su ojo. – Me dijiste que
no sea celoso, Emma. Dijiste que Thayer era asunto de Sutton, no tuyo. Eres una
gran mentirosa. Tanto como lo era tu hermana.
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¡No te atrevas a decir eso sobre mi hermana! – Emma discutió. – Y por favor.
Mira quien habla sobre mentir. – Ahora se sentía completamente sobria, estaba
llena de una ira cortante, así que todo lucía claro.
-
¿De qué hablas? – Los dedos de Ethan se enroscaron fuertemente en el volante, a
pesar de que el auto no estaba encendido. Apretó sus dientes.
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Estoy hablando del archivo en el ala psiquiátrica con tu nombre en él, - dijo
Emma, con su voz peligrosamente calma. - ¿Suena familiar?
La
cara de Ethan se tensó. - ¿Fuiste? ¿Cómo?
-
Nisha me pasó la tarjeta, - dijo Emma suavemente.
Él
inhaló. – Pensé que habíamos decidido que no ibas a husmear en los archivos
privados de tu madre.
-
No, tú decidiste eso. Y no te
importaba la privacidad de mi mamá,
simplemente no querías que me entere de tu profundo y oscuro secreto. ¿No es
así? – De repente, Emma se sentía drenada y vacía, la ira se estaba yendo. Parpadeó
para contener las lágrimas. – Ethan, te amo. Compartí todo contigo. Y ahora se
siente como que ni siquiera te conozco.
Los
sonidos ahogados de la fiesta los alcanzaban en el fresco aire nocturno. Se
escuchaban grillos alrededor del auto. Pero al interior, todo estaba en un
silencio mortal.
-
¿Leíste mi archivo? – Ethan preguntó. Su voz había disminuido el volumen y
estaba calmada. Ella lo miró de lado. Él estaba sentado muy quieto, con su boca
en una línea recta y estoica.
Sacudió
su cabeza. – No. No era lo correcto.
La
rigidez dejó su cuerpo, sus hombros bajaron sin poder hacer nada. Corrió para
atrás su desordenado cabello con una mano. – Debí habértelo dicho, - admitió,
sus labios se arrugaron miserablemente. – Quería decírtelo. Pero no es una
parte de mi vida de la que esté orgulloso ¿Está bien? – se echó para atrás en
el asiento, su cara estaba distorsionada con rabia.
Emma
miraba derecho hacia al frente al oscuro arbusto mezquite frente al auto.
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Esto fue un par de años atrás. – La voz de Ethan era tan baja que Emma tuvo que
contener la respiración para oírlo. – Mi papá volvió a la ciudad después de un
largo viaje de negocios. La casa era un desastre total. Mamá estaba muy enferma
para limpiar, y yo tenía como quince años, así que no era muy útil con los quehaceres
del hogar. Papá se enojó por eso. Digo… se enojó de verdad. Le dio una paliza a
mi mamá, empujándola de habitación en habitación, lanzándole la ropa del lavado
a los brazos, y arrojándole platos sucios. En el comedor rompió un palo de
escoba con la parte de atrás de sus piernas, le pegó tan fuerte. La estaba
castigando por ser floja, decía. – La cara de Ethan se volteó hacia las
sombras. – Así que lo golpeé en la cabeza con una botella de cerveza. No sabía
qué más hacer. No se rompió, pero lo noqueé con mucha fuerza. Estuvo inconsciente
por algunos minutos. Se despertó después con una contusión.
-
Oh dios mío, - Emma suspiró. Estiró su mano y tocó el brazo de Ethan, pero él
no se movió. Sabía que estaba reviviendo esa horrible noche, en algún oscuro rincón
de su mente.
-
Esa no es la peor parte. Mi mamá me acusó a mí a la policía. Cuando llegaron yo
estaba molesto, un poco incoherente por todo lo que había ocurrido, así que en
vez de llevarme a la cárcel me llevaron al hospital. Terminé pasando una noche
amarrado a una cama, tan drogado con haloperidol que ni siquiera podía recordar
mi nombre. Supongo que tuve suerte—la cárcel habría sido mucho peor. Cuando me
evaluaron al día siguiente, concluyeron que estaba actuando para defender a mi
madre, y ya que era un menor de edad no llevaron el asunto a la corte. Pero
tuve que seguir yendo a terapia por un
año aproximadamente.
-
Espera, ¿Tu mamá llamó a la policía?
– Emma preguntó, con su pecho apretado.
– Sólo estabas intentando protegerla.
Ethan
se volteó para mirarla con tristeza. – No es así como ella lo vio, supongo. No
importa lo mal que se pongan las cosas con mi papá, ella siempre se pone de su
lado, dice que se lo merece o que se yo.
En
el silencio que descendió entre ellos, pudieron escuchar el tararear de una
balada de R&B que salía del sistema
de sonido en la casa. Emma tomó la mano de Ethan con la suya y la sujetó. Sus
dedos se sentían tan flojos y pesados en los de ella, como si se hubiera vuelto
de madera y no pudiera sentir su toque.
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Lo siento mucho, - susurró. – Debí haberte dejado decírmelo a tu ritmo. Debí
haberme dado cuenta de que era algo que era… difícil de hablar para ti. – Tragó
saliva. Las primeras muestras de alivio se liberaron en su interior. Ethan no
estaba loco. Él no era como su madre. Él era una víctima, como Emma. – He
estado tan asustada, Ethan. Todo lo que pensaba que sabía sobre mi infancia, mi
familia, está mal. Se siente como que cada día me entero de algún nuevo y
enorme secreto. Supongo que me esperaba lo peor cuando vi ese archivo. Porque
lo peor es lo que sigue ocurriendo.
Él
asintió, mirando su regazo. – No quiero ocultarte secretos, Emma. Quiero
compartirlo todo.
-
Yo también, - dijo. Alcanzó su mano, pero él gentilmente separó sus dedos de
los de ella.
-
¿Estás segura de eso? No era eso lo que parecía esta noche.
Emma
sacudió la cabeza. – Ethan, él me
besó a mí. Bebí mucho en la fiesta y
no estaba pensando suficientemente claro para detenerlo a tiempo. Fue un
estúpido error. Lamento mucho que haya ocurrido, y desearía poder retractarme.
Pero tienes que creerme—no estoy interesada en Thayer. Te amo a ti.
Ethan
se mordió el labio. Por un momento lucía tan vulnerable, con el corazón roto,
que le costó evitar abrazarlo.
-
Lamento lo que dije, - se disculpó. – Sobre ti, y sobre Sutton también. Es sólo
que… cuando vi a ese pedazo de—cuando lo vi a él tocándote, me salí de mis cabales. – Sus puños se apretaron
contra sus muslos, y suspiró. – Thayer Vega siempre ha obtenido todo lo que
quería. Chasquea sus dedos y el mundo se lo trae en una bandeja de plata. Y aún
tengo problemas en creer que alguien como tú
se enamoraría de alguien como yo, cuando podrías tenerlo a él. – La miró con
seriedad. – Emma, nadie nunca se ha preocupado por mí antes. Y ahora, de
repente, ¿la chica más bella, brillante, y genial que he conocido es mi novia?
Sigo pensando que un día vas a despertar
y cambiarme por alguien más.
Sus
palabras llegaron dolorosamente a su corazón. Ella sabía cómo era no sentirse
querida. Sabía cómo era vivir con esa clase de duda. Se inclinó sobre la caja
de cambios y apoyó su cabeza en su hombro.
-
Ethan, nunca me he sentido así por nadie, - susurró. Él puso un brazo alrededor
de ella, y la atrajo más cerca de él. La caja de cambios se enterraba en sus
costillas, pero a Emma no le importó. – Desde ahora en adelante vamos a confiar
en el otro. ¿Trato?
-
Trato. – La miró a los ojos, sus parpados estaban bajos con emoción. – Ni
siquiera tuve la oportunidad de decirte que te ves genial.
Cohibida,
estiró su corto vestido más abajo por sus muslos. – Tú también. – ÉL llevaba un
sweater con cuello en V color gris, el cuello blanco de la camisa abotonada que
llevaba abajo sobresalía alrededor de su cuello. Le gustaba su usual look
variado, pero Ethan definitivamente también se veía bien arreglado.
Él
le tocó la mejilla, dándole un dudoso y lento beso en los labios. Un suave
sonido de placer se escapó por su garganta. Arqueó su cuerpo hacia él.
Ethan
retrocedió y estudió su cara, poniéndole un mechón de cabello tras la oreja. -
¿Quieres conducir montaña arriba para ver si hay algún sitio para ver las
estrellas? – preguntó.
Emma
asintió, sorprendida de su valentía.
No
hablaron mientras él encendía el motor y llevaba el auto a través de las altas
puertas de metal de los Chamberlain. Emma vio cómo las curvas líneas del camino
de la montaña aparecían y desaparecían otra vez con las luces del auto. El CD
retro de Cure de Ethan hizo sonar música somnolienta y triste mientras el auto
subía. Ethan mantenía sus ojos en el camino y ambas manos en el volante, pero
ella podía sentir la fuerza magnética entre ellos, pesada y urgente.
Finalmente,
arriba en la montaña, Ethan aparcó en un mirador vacío al costado del camino.
Las
luces de Tucson parpadeaban abajo a la distancia, como si fuera un pequeño
pueblo de juguete. La luna había subido al cielo y se había atenuado en una
creciente amarilla. Emma se desabrochó el cinturón y sin decir una palabra pasó
por encima de la consola hacia el asiento trasero. Pateó una copia gastada de On the Road hacia el piso y dobló sus
piernas debajo de ella mientras Ethan se pasaba para atrás para unirse a ella.
Sin dudarlo se acercaron, un beso llevaba al siguiente, sus corazones parecían
latir en perfecta sincronización.
Emma
puso una mano en el pecho de Ethan, empujándolo gentilmente. Se levantó y
lentamente alcanzó la parte de atrás de su cabeza para desabrochar el nudo de
su vestido al cuello. La seda cayó sobre su pecho como suaves pétalos de flor
en su piel. Sus mejillas se sonrojaron, pero levantó la mirada con timidez para
encontrarse con la mirada de Ethan. Los Sus ojos estaban llenos de una ternura
que la dejó sin aliento. La acercó a él, pasando sus manos lentamente sobre sus
hombros y luego su espalda, trazando las líneas de su cuerpo, una por una.
Afuera del auto, las estrellas ardían brillantemente contra el oscuro cielo.
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