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Eso se ve genial, - dijo Madeline, observando cómo Emma se esparcía delineador
gris como de pizarra en su párpado. – Me encanta como se te ve ese color.
Las
chicas estaban en el enorme baño de Charlotte arreglándose para la fiesta. Este
estaba decorado con baldosas de piedra negra y vidrio azul caribeño. De la
repisa colgaban esponjosas toallas blancas. Había collages de las chicas del
Juego de las Mentiras colgados en pesados marcos en las paredes—Sutton,
Madeline, y Charlotte posando frente a un cowboy gigante de fibra de vidrio,
las gemelas Twitter haciendo señas de pandilla irónicamente en vestidos de
fiesta, Laurel llevando a Sutton riéndose a caballito.
Emma parpadeó a sí misma en el espejo, sus ojos
se transformaron en los de una ardiente estrella. Gabby estaba sentada en el
tocador mientras Lili estaba parada tras ella, envolviendo uno de los largos
mechones rubios de su hermana en un rizador. A través de la puerta hacia el
dormitorio de Charlotte podía ver a Laurel subiéndole el cierre al vestido de
Nisha, la seda rosada fuerte quedaba perfecta en la oscura piel de Nisha.
Madeline estaba parada junto a Emma en ropa interior, aplicándose una
quincuagésima capa de máscara en sus pestañas que ya eran largas. Charlotte
estaba en el primer piso, poniendo los toques finales a las decoraciones.
-
Podría vivir en este baño. Así como, sólo aquí y nunca salir, - Gabby dijo,
mirando a su alrededor. Emma estaba de acuerdo en silencio—la habitación era
más grande que algunas de sus viejas casas temporales. Una tina estilo jacuzzi
ocupaba un pedestal en un extremo del baño, y al lado de este, un mini sauna.
Una ducha con seis cabezales diferentes ocupaba el rincón contrario. Las
alfombras eran gruesas y suaves, y toda la habitación brillaba inmaculadamente
con la limpieza que sólo un ama de llaves de tiempo completo podría mantener.
-
Ew, - dijo Madeline, arrugando su nariz. - ¿Quién quiere vivir en un baño?
-
Bueno, quizás construiría un baño separado del baño, - Gabby admitió.
Yo
me apoyé en el borde de la encimera, sintiendo una ola de nostalgia al ver a
mis amigas. ¿Cuántas veces habíamos hecho esto antes de las fiestas,
cotilleando y planificando bromas mientras nos ayudábamos a arreglarnos? Viendo
mi vida a través de los ojos de Emma me había hecho darme cuenta de cuánto nos
molestábamos y quitábamos la autoridad. Era lindo ver que hacíamos cosas así
también.
-
Quédate quieta, - dijo Madeline, volteando la cara de Emma hacia ella. Levantó
un encrespador de pestañas y apretó el gatillo varias veces. Emma trató de no
moverse mientras Madeline le arreglaba las pestañas. - ¿Está todo bien? –
Madeline preguntó con tranquilidad al quitar el encrespador, mirando con
curiosidad a Emma. – Pareces cansada.
Emma
suspiró. Se había estado sintiendo abrumada y vacía desde el hospital, sin
poder procesar por completo todo lo que había descubierto. Becky tenía otra
hija. Becky le había cortado la cabeza a la foto de Sutton— ¿o era Emma? Y lo
más doloroso de todo, Ethan le había mentido, le había ocultado algo grande e
importante. ¿Qué podría haber hecho Ethan para terminar en el ala psiquiátrica?—
¿y por mucho tiempo, si es que el tamaño del archivo era una pista? ¿Era algo
tan terrible que tenía miedo de que ella fuera a asustarse?
Intentó
sonreírle a Madeline. A pesar de todo, Emma estaba determinada a pasarla bien
esta noche, de apagar la parte de su mente que estaba estresada y sólo
disfrutar unas horas con sus amigas. Más que nada quería dejar de preguntarse
qué estaba ocultando Ethan. Tomó el vaso plástico rojo que había dejado en el
mesón y tomó un gran trago de jugo de frambuesas y vodka. El alcohol le ardía
en la garganta.
-
Estoy genial, - - dijo. – Mejor cada segundo.
-
Ah bueno, - Madeline dijo, aunque claramente no esta convencida. - ¡Por la
genialidad! – Levantó su propio vaso en un brindis falso.
Laurel
se asomó por la puerta del baño. Lucía impresionante en un vestido apretado
color dorado que había comprado en la venta de Saks. – ¿Ya casi terminan,
chicas? Algunas de nosotras aún tenemos que maquillarnos.
Emma
se levantó. – Yo voy a bajar a ver cómo está Char.
Caminando
a través del baño, se detuvo para mirarse en el espejo de cuerpo completo. Había
decidido usar un vestido atado al cuello color rosado pálido que hacía que su
piel luzca rosácea. Estaba en el lado sexy para Emma y el lado dulce para
Sutton, pero se sentía perfecto para el delgado intermedio en que Emma vivía
ahora. Se puso un par de tacones Miu Miu de correa dorados y se dirigió hacia
las escaleras.
Entre
todas las cosas en la lujosa vida de Sutton, la casa de Charlotte era
probablemente lo más desmesurado que
había visto Emma. Una enorme casa tipo villa de adobe, tenía una piscina tamaño
olímpica, y un campanario que había sido trasladado piedra por piedra de un
edificio religioso de doscientos años al sur de Yuma. Por todas las ventanas se
veían vistas impresionantes de la ciudad. Las escaleras de mármol bajaban
elegantemente en una curva hacia la entrada del tamaño de un salón de baile,
donde las chicas habían pasado la tarde colgando cables con luces entrecruzados
en el alto tejado. En el segundo piso Emma se cruzó con un hombre usando un
chaleco de cuero sobre su torso desnudo, quien estaba colocando el tocadiscos.
Él ni siquiera la miró al pisar los cables hacia la escalera.
Encontró
a Charlotte en la cocina, donde habían cubierto una mesa con el mejor mantel de
la Sra. Chamberlain y habían esparcido confeti brillante por toda la superficie
para acentuarla. Bandejas de comida cubrían cada pulgada—una torta de tomates
secos y pesto, espárragos envueltos en prosciutto, aceitunas rellenas con ajo,
y trozos de pan pita recién horneado. Ella tomó un mini quiche y se lo llevó a
la boca.
Charlotte
levantó la mirada cuando Emma llegó. – Te ves diveena quereeda, - dijo, dándole
un beso en el aire a la mejilla de Emma.
-
¡Tu igual! – Emma exclamó. EL vestido verde esmeralda de Charlotte acentuaba
sus ojos. Esa tarde un estilista le había arreglado el cabello en un clásico
peinado alto con algunos rizos artísticamente ordenados alrededor de su cara.
Sus aretes de cristal brillaban a la luz y le daban un brillo favorable.
Emma
levantó su vaso. – Parece que estoy vacía.
Charlotte
hizo un gesto hacia el bar, el cual era casi tan grande como el dormitorio de
Sutton, tenía cuatro refrigeradores de vino e lo largo de la pared trasera.
Docenas de botellas de vidrio estaban alineados en el mesón, junto a
cocteleras, limas, e incluso una licuadora. Emma preparó dos cosmos, uno para
ella y uno para Charlotte. Lo hizo apropiadamente en una coctelera, de la forma
en que una hermana adoptiva genial le había enseñado una vez. A través de las
puertas francesas hacia el patio trasero, Emma podía ver el gordo barril de
cerveza junto a la luz de las antorchas tiki.
Al
fondo de una alcoba junto a la sala de despensas, el panel de control del
sistema de seguridad tenía una luz verde. Desarmado. No era como si importara
que estuviera encendido o no, ya que Becky ya lo había atravesado antes. El
corazón de Emma se aceleró al recordar al asesino de Sutton estrangulándola en
esta misma cocina. Sus manos temblaban. ¿No podía tener sólo una noche libre de
preocuparse por su vida? Se lo merecía.
-
¡Al seco! – gritó a Charlotte, luego se terminó su trago en un único trago.
Pocas
horas después, Emma ya no estaba preocupada de nada. Ella y Brian Lloyd,
co-capitán del equipo de básquetbol, acababan de vencer a Charlotte y a Mark
Bell en un agitado juego de beer-pong en el patio. Cuando Brian la retó a tomar
un shot de tequila por la victoria, ella ni siquiera se resistió, sólo echó la
cabeza para atrás y se lo tragó rápido, sin sal ni lima. - ¡Esa es la Sutton
Mercer que conozco y amo! – Charlotte chilló, pasando un brazo por los hombros
de Emma afectivamente. - ¿Dónde te has estado escondiendo?
Emma
se encogió de hombros y pasó junto a Tim Sullivan, cuyo padre era dueño de una
cadena de tiendas de deportes a lo largo de Arizona y quien estaba bebiendo del
barril de cerveza mientras le sujetaban los pis en el aire, mientras todo el
equipo de football lo animaba. Al interior, una canción de Jay-Z estaba siendo
transmitida en el sistema de sonido de Charlotte. Chicas en pequeños vestidos
estaban bailando en grupos, o con sus brazos entrelazados alrededor de chicos
usando camisas abotonadas y jeans. Emma sonrió y saludó a todos, revelando cuán
divertido era ser Sutton.
Pasó
a las gemelas twitter siendo el centro de atención en la cocina, turnándose
para contar una jugosa historia a un grupo de cautivadas chicas de tercer año.
Madeline estaba acomodada sobre el regazo de Antonio Ramírez en una silla llena
de cosas, susurrándole al oído. Caroline Ellerby, una ansiosa chica de primer
año, entró por la puerta frontal llevando una bandeja de Jell-O shots
preparados. - ¿Quieres uno, Sutton? – preguntó con una sonrisa dudosa. Emma
tomó un pequeño vaso de gelatina roja y se lo tragó sin cuidado.
Su
teléfono seguía vibrando en su cartera de piel de serpiente, pero ella lo
ignoró. Probablemente era otro texto de Ethan diciendo que estaba en camino. No
quería ver a Ethan en este momento. No quería hablar con él. ¿O sí? ¿Quería
hablar con él ahora mismo para poder decirle lo que pensaba de su secreto?
Espantó ese pensamiento y volvió al bar. Otro trago la ayudaría a decidirse.
Nisha
estaba parada frente al montón de botellas, midiendo una cantidad precisa de
gin en su vaso. Levantó la vista justo cuando Emma se tropezó hacia ella,
agarrándola para evitar que se caiga. – Whoa, chica. ¿Estás bien?
-
Soy Sutton Mercer, - dijo Emma, posando. – Soy fabulosa. –Alcanzó el vodka,
pero Nisha tomó la botella antes de que pueda servirse otra vez.
-
Baja las revoluciones, campeona. – Nisha se rio y le sirvió un vaso de agua. -
¿Dónde está Ethan? ¿No se supone que esté aquí?
Emma
tomó agua lentamente. La habitación giraba placenteramente, linda y brillante,
como un juego de niños en un carnaval. ¿Quién sabe? Probablemente está viendo
una lluvia de meteoritos o algo así.
Nisha
puso su mano en el brazo de Emma. – Oye, ¿está todo bien entre ustedes?
Quizás
fue el alcohol, pero antes de que Emma pudiera contenerse, las palabras
salieron a borbotones. - ¿Recuerdas como me ayudaste a encontrar esa…
información sobre mi mamá? – Emma susurró. – Bueno, Ethan también tenía un
archivo ahí. Uno enorme.
-
Wow, - Nisha dijo, sus ojos se abrieron más. - ¿Has hablado con él sobre eso?
Al
ver lo alarmada que estaba la cara de Nisha, la visión de Emma daba vueltas más
rápido, y de repente se dio cuenta de lo que había hecho. Sí, Ethan la había
traicionado, pero eso era entre él y ella. – Olvídalo. Estoy segura de que no
es nada, - murmuró, dejándola atrás, metiéndose en la multitud.
-
Espera, Sutton, - Nisha la llamó, pero Emma siguió avanzando hasta que llegó al
patio. Un par de chicos estaban jugando voleibol acuático en la piscina,
utilizando únicamente sus shorts de malla. Laurel y otra chica estaban sentadas
junto al jacuzzi, moviendo sus pies en el agua. Le hicieron un gesto para que
se acerque, pero en vez de eso, Emma se recostó en una reposadera. Se echó para
atrás y cerró sus ojos. Cuando su teléfono vibró otra vez, ni siquiera se
molestó en revisarlo.
A
las diez, Pobre Tony, el DJ de pecho desnudo con quien Emma se había encontrado
antes, comenzó a tocar desde el rellano del segundo piso. La entrada estaba
repleta de asistentes gritando. Emma vagó entre la multitud. El pesado bajo
vibraba por su cuerpo como un segundo latido de corazón. Vio a Madeline y
comenzó a ir en esa dirección, luego se dio cuenta de que Mads estaba con un
chico y probablemente no querría que la molesten. Entrecerró los ojos—el chico
definitivamente no era Antonio. Mads se movía rápido.
Emma
dio un paso atrás, tropezando con un chico alto con el cabello rubio
perfectamente arreglado con gel. Le dio una mirada devastadora cuando
recuperaba el equilibrio. Garrett.
-
Perdón, - gritó por sobre la música. Él solo rodó sus ojos y se volvió hacia
Celeste, quien estaba parada junto a él, usando un vestido baby-doll estampado
estilo ikat y medias de terciopelo. Ella sacudió su cabello que estaba
encrespado en gruesos rulos, y se rio. Luego puso sus brazos alrededor de su
cuello y bailó cercana a él, mirando enfáticamente a Emma.
El
mundo comenzó a ladearse peligrosamente. De repente, Emma no quería nada más
que escapar, ir a algún sitio lejos de toda la bulla y el caos. La música
estaba comenzando a sentirse menos como un latido de corazón y más como un martillo
golpeándole el cráneo. Fue hacia la puerta frontal, agachándose al pasar Gabby
y Lili para evitar que la arrastren hacia su círculo de baile hiperactivo.
Salió al pórtico y suspiró de alivio al sentir el fresco aire nocturno en su
piel.
Incluso
con la enorme puerta de madera de roble, aun podía escuchar el retumbar de la
música y los gritos de la multitud. Pero en comparación con el resto de la
fiesta, el pórtico, embaldosado en piedra elegantemente y cubierto con enormes
plantas en maceteros, era un oasis de tranquilidad. Polillas se lanzaban una y
otra vez sobre las luces en anticuados candelabros de acero, golpeándolos con
sus pequeños cuerpos.
Emma
cerró sus ojos y descansó su cabeza contra uno de los pilares. La expresión de Garrett
le había destruido su buen humor, y de repente se empezó a sentir sobria.
Luego
lo escuchó. Un suave crujido, el sonido de alguien moviéndose por ahí cerca. Se
congeló, se arraigó al lugar. Alguien estaba con ella en el pórtico.
-
¿Mamá? – susurró, mirando las sombras de donde el sonido había venido.
-
¡Vuelve adentro! – yo le gritaba. - ¡Rápido!
Pero
era muy tarde. Una alta figura salió de la oscuridad, riéndose suavemente.
Tanto Emma como yo gritamos, mi voz era inaudible para todos menos para mí, la
de ella se la tragó el ruido del interior.
Nadie
nos oiría.
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