jueves, 25 de febrero de 2016

Cross My Heart, Hope to Die - Capítulo 26 - Más te vale que comiences la fiesta

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            - Eso se ve genial, - dijo Madeline, observando cómo Emma se esparcía delineador gris como de pizarra en su párpado. – Me encanta como se te ve ese color.

            Las chicas estaban en el enorme baño de Charlotte arreglándose para la fiesta. Este estaba decorado con baldosas de piedra negra y vidrio azul caribeño. De la repisa colgaban esponjosas toallas blancas. Había collages de las chicas del Juego de las Mentiras colgados en pesados marcos en las paredes—Sutton, Madeline, y Charlotte posando frente a un cowboy gigante de fibra de vidrio, las gemelas Twitter haciendo señas de pandilla irónicamente en vestidos de fiesta, Laurel llevando a Sutton riéndose a caballito.

Emma parpadeó a sí misma en el espejo, sus ojos se transformaron en los de una ardiente estrella. Gabby estaba sentada en el tocador mientras Lili estaba parada tras ella, envolviendo uno de los largos mechones rubios de su hermana en un rizador. A través de la puerta hacia el dormitorio de Charlotte podía ver a Laurel subiéndole el cierre al vestido de Nisha, la seda rosada fuerte quedaba perfecta en la oscura piel de Nisha. Madeline estaba parada junto a Emma en ropa interior, aplicándose una quincuagésima capa de máscara en sus pestañas que ya eran largas. Charlotte estaba en el primer piso, poniendo los toques finales a las decoraciones.

            - Podría vivir en este baño. Así como, sólo aquí y nunca salir, - Gabby dijo, mirando a su alrededor. Emma estaba de acuerdo en silencio—la habitación era más grande que algunas de sus viejas casas temporales. Una tina estilo jacuzzi ocupaba un pedestal en un extremo del baño, y al lado de este, un mini sauna. Una ducha con seis cabezales diferentes ocupaba el rincón contrario. Las alfombras eran gruesas y suaves, y toda la habitación brillaba inmaculadamente con la limpieza que sólo un ama de llaves de tiempo completo podría mantener.

            - Ew, - dijo Madeline, arrugando su nariz. - ¿Quién quiere vivir en un baño?

            - Bueno, quizás construiría un baño separado del baño, - Gabby admitió.

            Yo me apoyé en el borde de la encimera, sintiendo una ola de nostalgia al ver a mis amigas. ¿Cuántas veces habíamos hecho esto antes de las fiestas, cotilleando y planificando bromas mientras nos ayudábamos a arreglarnos? Viendo mi vida a través de los ojos de Emma me había hecho darme cuenta de cuánto nos molestábamos y quitábamos la autoridad. Era lindo ver que hacíamos cosas así también.

            - Quédate quieta, - dijo Madeline, volteando la cara de Emma hacia ella. Levantó un encrespador de pestañas y apretó el gatillo varias veces. Emma trató de no moverse mientras Madeline le arreglaba las pestañas. - ¿Está todo bien? – Madeline preguntó con tranquilidad al quitar el encrespador, mirando con curiosidad a Emma. – Pareces cansada.

            Emma suspiró. Se había estado sintiendo abrumada y vacía desde el hospital, sin poder procesar por completo todo lo que había descubierto. Becky tenía otra hija. Becky le había cortado la cabeza a la foto de Sutton— ¿o era Emma? Y lo más doloroso de todo, Ethan le había mentido, le había ocultado algo grande e importante. ¿Qué podría haber hecho Ethan para terminar en el ala psiquiátrica?— ¿y por mucho tiempo, si es que el tamaño del archivo era una pista? ¿Era algo tan terrible que tenía miedo de que ella fuera a asustarse?

            Intentó sonreírle a Madeline. A pesar de todo, Emma estaba determinada a pasarla bien esta noche, de apagar la parte de su mente que estaba estresada y sólo disfrutar unas horas con sus amigas. Más que nada quería dejar de preguntarse qué estaba ocultando Ethan. Tomó el vaso plástico rojo que había dejado en el mesón y tomó un gran trago de jugo de frambuesas y vodka. El alcohol le ardía en la garganta.

            - Estoy genial, - - dijo. – Mejor cada segundo.

            - Ah bueno, - Madeline dijo, aunque claramente no esta convencida. - ¡Por la genialidad! – Levantó su propio vaso en un brindis falso.

            Laurel se asomó por la puerta del baño. Lucía impresionante en un vestido apretado color dorado que había comprado en la venta de Saks. – ¿Ya casi terminan, chicas? Algunas de nosotras aún tenemos que maquillarnos.

            Emma se levantó. – Yo voy a bajar a ver cómo está Char.

            Caminando a través del baño, se detuvo para mirarse en el espejo de cuerpo completo. Había decidido usar un vestido atado al cuello color rosado pálido que hacía que su piel luzca rosácea. Estaba en el lado sexy para Emma y el lado dulce para Sutton, pero se sentía perfecto para el delgado intermedio en que Emma vivía ahora. Se puso un par de tacones Miu Miu de correa dorados y se dirigió hacia las escaleras.

            Entre todas las cosas en la lujosa vida de Sutton, la casa de Charlotte era probablemente lo más desmesurado que había visto Emma. Una enorme casa tipo villa de adobe, tenía una piscina tamaño olímpica, y un campanario que había sido trasladado piedra por piedra de un edificio religioso de doscientos años al sur de Yuma. Por todas las ventanas se veían vistas impresionantes de la ciudad. Las escaleras de mármol bajaban elegantemente en una curva hacia la entrada del tamaño de un salón de baile, donde las chicas habían pasado la tarde colgando cables con luces entrecruzados en el alto tejado. En el segundo piso Emma se cruzó con un hombre usando un chaleco de cuero sobre su torso desnudo, quien estaba colocando el tocadiscos. Él ni siquiera la miró al pisar los cables hacia la escalera.

            Encontró a Charlotte en la cocina, donde habían cubierto una mesa con el mejor mantel de la Sra. Chamberlain y habían esparcido confeti brillante por toda la superficie para acentuarla. Bandejas de comida cubrían cada pulgada—una torta de tomates secos y pesto, espárragos envueltos en prosciutto, aceitunas rellenas con ajo, y trozos de pan pita recién horneado. Ella tomó un mini quiche y se lo llevó a la boca.

            Charlotte levantó la mirada cuando Emma llegó. – Te ves diveena quereeda, - dijo, dándole un beso en el aire a la mejilla de Emma.

            - ¡Tu igual! – Emma exclamó. EL vestido verde esmeralda de Charlotte acentuaba sus ojos. Esa tarde un estilista le había arreglado el cabello en un clásico peinado alto con algunos rizos artísticamente ordenados alrededor de su cara. Sus aretes de cristal brillaban a la luz y le daban un brillo favorable.

            Emma levantó su vaso. – Parece que estoy vacía.

            Charlotte hizo un gesto hacia el bar, el cual era casi tan grande como el dormitorio de Sutton, tenía cuatro refrigeradores de vino e lo largo de la pared trasera. Docenas de botellas de vidrio estaban alineados en el mesón, junto a cocteleras, limas, e incluso una licuadora. Emma preparó dos cosmos, uno para ella y uno para Charlotte. Lo hizo apropiadamente en una coctelera, de la forma en que una hermana adoptiva genial le había enseñado una vez. A través de las puertas francesas hacia el patio trasero, Emma podía ver el gordo barril de cerveza junto a la luz de las antorchas tiki.

            Al fondo de una alcoba junto a la sala de despensas, el panel de control del sistema de seguridad tenía una luz verde. Desarmado. No era como si importara que estuviera encendido o no, ya que Becky ya lo había atravesado antes. El corazón de Emma se aceleró al recordar al asesino de Sutton estrangulándola en esta misma cocina. Sus manos temblaban. ¿No podía tener sólo una noche libre de preocuparse por su vida? Se lo merecía.

            - ¡Al seco! – gritó a Charlotte, luego se terminó su trago en un único trago.

            Pocas horas después, Emma ya no estaba preocupada de nada. Ella y Brian Lloyd, co-capitán del equipo de básquetbol, acababan de vencer a Charlotte y a Mark Bell en un agitado juego de beer-pong en el patio. Cuando Brian la retó a tomar un shot de tequila por la victoria, ella ni siquiera se resistió, sólo echó la cabeza para atrás y se lo tragó rápido, sin sal ni lima. - ¡Esa es la Sutton Mercer que conozco y amo! – Charlotte chilló, pasando un brazo por los hombros de Emma afectivamente. - ¿Dónde te has estado escondiendo?

            Emma se encogió de hombros y pasó junto a Tim Sullivan, cuyo padre era dueño de una cadena de tiendas de deportes a lo largo de Arizona y quien estaba bebiendo del barril de cerveza mientras le sujetaban los pis en el aire, mientras todo el equipo de football lo animaba. Al interior, una canción de Jay-Z estaba siendo transmitida en el sistema de sonido de Charlotte. Chicas en pequeños vestidos estaban bailando en grupos, o con sus brazos entrelazados alrededor de chicos usando camisas abotonadas y jeans. Emma sonrió y saludó a todos, revelando cuán divertido era ser Sutton.

            Pasó a las gemelas twitter siendo el centro de atención en la cocina, turnándose para contar una jugosa historia a un grupo de cautivadas chicas de tercer año. Madeline estaba acomodada sobre el regazo de Antonio Ramírez en una silla llena de cosas, susurrándole al oído. Caroline Ellerby, una ansiosa chica de primer año, entró por la puerta frontal llevando una bandeja de Jell-O shots preparados. - ¿Quieres uno, Sutton? – preguntó con una sonrisa dudosa. Emma tomó un pequeño vaso de gelatina roja y se lo tragó sin cuidado.

            Su teléfono seguía vibrando en su cartera de piel de serpiente, pero ella lo ignoró. Probablemente era otro texto de Ethan diciendo que estaba en camino. No quería ver a Ethan en este momento. No quería hablar con él. ¿O sí? ¿Quería hablar con él ahora mismo para poder decirle lo que pensaba de su secreto? Espantó ese pensamiento y volvió al bar. Otro trago la ayudaría a decidirse.

            Nisha estaba parada frente al montón de botellas, midiendo una cantidad precisa de gin en su vaso. Levantó la vista justo cuando Emma se tropezó hacia ella, agarrándola para evitar que se caiga. – Whoa, chica. ¿Estás bien?

            - Soy Sutton Mercer, - dijo Emma, posando. – Soy fabulosa. –Alcanzó el vodka, pero Nisha tomó la botella antes de que pueda  servirse otra vez.

            - Baja las revoluciones, campeona. – Nisha se rio y le sirvió un vaso de agua. - ¿Dónde está Ethan? ¿No se supone que esté aquí?

            Emma tomó agua lentamente. La habitación giraba placenteramente, linda y brillante, como un juego de niños en un carnaval. ¿Quién sabe? Probablemente está viendo una lluvia de meteoritos o algo así.

            Nisha puso su mano en el brazo de Emma. – Oye, ¿está todo bien entre ustedes?

            Quizás fue el alcohol, pero antes de que Emma pudiera contenerse, las palabras salieron a borbotones. - ¿Recuerdas como me ayudaste a encontrar esa… información sobre mi mamá? – Emma susurró. – Bueno, Ethan también tenía un archivo ahí. Uno enorme.

            - Wow, - Nisha dijo, sus ojos se abrieron más. - ¿Has hablado con él sobre eso?

            Al ver lo alarmada que estaba la cara de Nisha, la visión de Emma daba vueltas más rápido, y de repente se dio cuenta de lo que había hecho. Sí, Ethan la había traicionado, pero eso era entre él y ella. – Olvídalo. Estoy segura de que no es nada, - murmuró, dejándola atrás, metiéndose en la multitud.

            - Espera, Sutton, - Nisha la llamó, pero Emma siguió avanzando hasta que llegó al patio. Un par de chicos estaban jugando voleibol acuático en la piscina, utilizando únicamente sus shorts de malla. Laurel y otra chica estaban sentadas junto al jacuzzi, moviendo sus pies en el agua. Le hicieron un gesto para que se acerque, pero en vez de eso, Emma se recostó en una reposadera. Se echó para atrás y cerró sus ojos. Cuando su teléfono vibró otra vez, ni siquiera se molestó en revisarlo.

            A las diez, Pobre Tony, el DJ de pecho desnudo con quien Emma se había encontrado antes, comenzó a tocar desde el rellano del segundo piso. La entrada estaba repleta de asistentes gritando. Emma vagó entre la multitud. El pesado bajo vibraba por su cuerpo como un segundo latido de corazón. Vio a Madeline y comenzó a ir en esa dirección, luego se dio cuenta de que Mads estaba con un chico y probablemente no querría que la molesten. Entrecerró los ojos—el chico definitivamente no era Antonio. Mads se movía rápido.

            Emma dio un paso atrás, tropezando con un chico alto con el cabello rubio perfectamente arreglado con gel. Le dio una mirada devastadora cuando recuperaba el equilibrio. Garrett.

            - Perdón, - gritó por sobre la música. Él solo rodó sus ojos y se volvió hacia Celeste, quien estaba parada junto a él, usando un vestido baby-doll estampado estilo ikat y medias de terciopelo. Ella sacudió su cabello que estaba encrespado en gruesos rulos, y se rio. Luego puso sus brazos alrededor de su cuello y bailó cercana a él, mirando enfáticamente a Emma.

            El mundo comenzó a ladearse peligrosamente. De repente, Emma no quería nada más que escapar, ir a algún sitio lejos de toda la bulla y el caos. La música estaba comenzando a sentirse menos como un latido de corazón y más como un martillo golpeándole el cráneo. Fue hacia la puerta frontal, agachándose al pasar Gabby y Lili para evitar que la arrastren hacia su círculo de baile hiperactivo. Salió al pórtico y suspiró de alivio al sentir el fresco aire nocturno en su piel.

            Incluso con la enorme puerta de madera de roble, aun podía escuchar el retumbar de la música y los gritos de la multitud. Pero en comparación con el resto de la fiesta, el pórtico, embaldosado en piedra elegantemente y cubierto con enormes plantas en maceteros, era un oasis de tranquilidad. Polillas se lanzaban una y otra vez sobre las luces en anticuados candelabros de acero, golpeándolos con sus pequeños cuerpos.

            Emma cerró sus ojos y descansó su cabeza contra uno de los pilares. La expresión de Garrett le había destruido su buen humor, y de repente se empezó a sentir sobria.

            Luego lo escuchó. Un suave crujido, el sonido de alguien moviéndose por ahí cerca. Se congeló, se arraigó al lugar. Alguien estaba con ella en el pórtico.

            - ¿Mamá? – susurró, mirando las sombras de donde el sonido había venido.

            - ¡Vuelve adentro! – yo le gritaba. - ¡Rápido!

            Pero era muy tarde. Una alta figura salió de la oscuridad, riéndose suavemente. Tanto Emma como yo gritamos, mi voz era inaudible para todos menos para mí, la de ella se la tragó el ruido del interior.

            Nadie nos oiría.

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