viernes, 22 de enero de 2016

Cross My Heart, Hope to Die - Capítulo 20 - El escape

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           Becky se retorcía en su cama del hospital, sus ojos giraban y sus extremidades se movían. Becky rugía eufóricamente. Emma se tambaleó hacia atrás al pasillo. Sentía algo húmedo en su brazo. Su muñeca estaba manchada con medias lunas de sangre en el sitio donde las uñas de Becky rompieron su piel. Sus mejillas también estaban húmedas—no con sangre sino que lágrimas. Algo se había roto en su interior: El amor, la esperanza, se habían esfumado. Quizás Becky había matado a Sutton. Ya no parecía tan difícil imaginarse a su madre como la asesina de su hermana.
           Yo temblaba por el recuerdo que acababa de recuperar, temiendo que pueda estar en lo cierto. El demoledor modo en que me apretaba, la triste forma en que me miraba, como si estuviera diciendo adiós por última vez. No se suponía que estés aquí. Me dijeron. Ella estaba escuchando voces en su cabeza—voces que le decían que me maten.
           Emma miraba a través de la puerta y vio como dos enfermeras y un camillero rodeaban la cama de Becky. – Amárrenla, - dijo una de ellos, una mujer de mediana edad que llevaba una bata rozada con corazones. La plateada punta de una jeringa apareció en su mano derecha.
           Un enorme camillero con corte militar se inclinó sobre Becky, gruñendo cuando le fijaba los cinturones de cuero en sus muñecas. Pero Becky era demasiado rápida para él. Como un gato, se deslizó de su agarre, serpenteante y fluida. Cuando él la afirmó de los hombros, ella gritó tortuosamente. El camillero miró por sobre su hombro. - ¿Un poco de ayuda?
           - En eso, - dijo la enfermera, dejando la jeringa en una bandeja. Tomó los pies desnudos de Becky. Repentinamente, hubo un terrible crujido, y luego un grito. La enfermera retrocedió volando, con sangre saliéndole de la nariz. Le tomó un segundo a Emma el darse cuenta de que Becky la había pateado. El agarre del camillero se soltó por medio segundo por la sorpresa, y Becky saltó y se puso de pie. Tomó la jeringa del velador y la sostuvo como un arma.
           - Aléjense de mí, - chilló, su voz bronca y rasposa.
           El camillero levantó sus manos. – Va a estar bien, Srta. Mercer. Nadie está tratando de herirla.
           Becky miraba como loca a su alrededor. La enfermera seguía en el suelo en posición fetal, afirmándose la nariz. El camillero solo había dado unos pocos pasos cautelosos hacia Becky. Ella subió la jeringa, apuntándola a él. – Voy a hacerlo. Te juro que lo voy a hacer. – El camillero se detuvo y dio un paso atrás.
           Emma se congeló. El pasillo estaba vacío y en silencio. Ella era la única aquí quien podría intervenir, tomar a Becky por sorpresa. No podía permitir que la asesina de su hermana se escape.
           Tomando aire, se lanzó hacia adelante y tomó a Becky, poniendo sus brazos firmemente alrededor de los delgados hombros de su madre. Becky tembló y se quitó los brazos de Emma de encima, embistiéndola con una fuerza sorprendente. Emma cayó al suelo. Se alejó mientras Becky apareció en el umbral de la puerta, la jeringa seguía en su mano. Becky se detuvo por un momento, mirando a Emma con los ojos bien abiertos.
           - Sutton… - susurró, sus ojos se dirigían justo por encima de Emma—hacia . Ni yo ni Emma sabíamos a cuál de las dos le estaba hablando a estas alturas.
           Los labios de Emma se separaron. Quería moverse, pero sus extremidades se sentían pesadas e inútiles. Becky se inclinó hacia ella por un momento, luego se dio vuelta y, gritando, corrió por por las escaleras al otro extremo del pasillo. Un murmullo salió de la sala de conversación. Uno de los habitantes de esa ala gritó,- ¡Corre!
           - ¡Que alguien llame a seguridad! – dijo la enfermera en bata rosada con corazones, poniéndose de pie.
           Ella y el camillero corrieron por el lado de Emma en el pasillo. Los pacientes que habían estado viendo TV estaban gritando, algunos llorando, y otros gritando malas palabras. Un hombre viejo en pijama salió corriendo de su habitación hacia las escaleras en su propia oportunidad de libertad. Él fue detenido por un camillero musculoso que lo llevó luchando hacia su habitación. Una sirena comenzó a sonar por los pasillos de linóleo.
           “Esa noche en el cañón.” Emma repitió las palabras de Becky en voz alta. Con tan solo pensar en la última noche de Sutton viva había provocado que Becky tenga alguna especie de ataque. ¿Había sido culpa lo que vio en la cara de su mamá? ¿O algo más como… emoción?
           Pensó en la esposa del Sr. Rochester en Jane Eyre, metiéndose al cuarto de Jane y destruyendo sus cosas, luego incendiando la casa. Becky era una mujer loca y los Mercer habían intentado ocultarla tal como el Sr. Rochester había ocultado a su esposa. Ahora, aparentemente, estaba vengándose de todos.
           Rompo todo lo que toco, me dijo Becky en el cañón.
           - ¿Chica solita en el pasillo? – preguntó una voz. A unos pies de distancia estaba el hombre lascivo de la sala de conversación, el que le había guiñado el ojo. Su escaso pelo cayó sobre su cara, y la polera blanca que usaba estaba llena de manchas. Él sonrió, revelando amarillos dientes rotos, y comenzó a caminar hacia ella.
           Emma miró a su alrededor desesperada para ver si alguien lo había notado, pero los camilleros y enfermeros estaban más que ocupados, corriendo por el pasillo o gritando por el teléfono de la estación de enfermeras. Emma negó con la cabeza en silencio. Él se rio y se acercó más a ella. Un fétido olor salía de él. De cerca pudo ver que sus ojos eran casi negros. Brillaban malévolamente.
           - La chica no debería estar sola en un lugar como este. Ella es demasiado dulce. Ella hace que todos se emocionen.
           La espalda de Emma estaba contra la pared. Su aliento se sentía cálido y rancio sobre su cara cuando él se inclinó hacia ella. Ella volteó su cara hacia el costado, cerrando sus ojos con fuerza.  Podía imaginarlo, su cara acercándose más y más a ella con esos horribles dientes a la vista…
           - Sr. Silva por favor retroceda. La Srta. Mercer necesita espacio para respirar.
           Abrió los ojos y vio al Sr. Silva tambaleándose frente a ella, mirando hacia el pasillo en donde dos personas se habían bajado del ascensor. Nisha Banerjee caminó con decisión hacia ellos, seguida por su padre. El delantal blanco del Dr. Banerjee flotaba tras él como una capa cuando fue rápidamente por el pasillo. El Sr. Silva dio un paso atrás, luciendo avergonzado.
           - Estaba ayudando, - murmuró.
           El Dr. Banerjee gentilmente lo llevó por el pasillo hacia la sala de la televisión. – Ahora tenemos la situación bajo control, gracias. Por favor, vuelva a su habitación.
           Nisha corrió hacia Emma. Sus ojos bien abiertos, y su uniforme arrugado. Un mechón de cabello caía por su mejilla. Lucia como si hubiera estado corriendo. – Oí la conmoción y fui a buscar a papá. ¿Estás bien?
           Emma asintió en silencio. Tragó saliva, luchando por mantener las lágrimas en sus ojos y que no caigan por sus mejillas.
           El Dr. Banerjee volvió hacia las chicas. – Nisha, ¿Puedes por favor ir y ubicar al padre de Sutton? Debería estar en ortopedia.
           Nisha volvió a mirar a Emma, luego retrocedió y se fue caminando rápidamente.
           El Dr. Banerjee extendió su mano para ayudarla a pararse. Por todos lados Emma podía escuchar todavía el movimiento de los pacientes, los rápidos pasos de las enfermeras con suelas de goma. Un walkie-talkie crujió. Una enfermera sostenía el teléfono a unos metros de distancia. Su cara estaba pálida mientras miraba el aparato.
           - Repito, no podemos encontrarla en ningún lado, - dijo la voz al otro lado del teléfono. – Hemos llamado a la policía.
           - Esta ha sido un problema otras veces, - dijo la enfermera. – Diles que tengan cuidado.
           Emma miró al Dr. Banerjee. - ¿La van a encontrar? ¿Ella no salió para afuera, o si?
           El doctor aclaró su garganta. – Vamos a otro lado más tranquilo para que esperes a tu papá, ¿sí?
           Débil y temblando, Emma siguió al padre de Nisha hacia una sala de conferencias a la vuelta de la esquina. El Dr. Banerjee guio a Emma a un asiento de vinilo bajo la ventana. - ¿Quieres té? ¿O un vaso de agua? – Emma se negó. Luego él acercó una silla de madera. Bajo su bata de laboratorio, la cual estaba impecable, podía ver que llevaba una camisa celeste con una mancha de café en el bolsillo del pecho. Se preguntó cuántos quehaceres del hogar olvidaba hacer—o simplemente no tenía ganas de hacer—ahora que su esposa se había ido.
           - Tu padre me contó un poco de tu situación familiar, - dijo suavemente. – Por motivos terapéuticos, por supuesto. Para que yo pueda entender por qué es lo que está pasando Becky. Lamento mucho que hayas tenido que ver a tu madre así.
           Emma asintió, mirando el reloj. Becky se había ido hace cinco minutos. – Ella no salió del hospital, ¿o sí? – volvió a preguntar. – Tienen el lugar cerrado, ¿cierto?
           De repente, la puerta se abrió de golpe, y el Sr. Mercer entró, luciendo aterrorizado. Buscó a Emma con la mirada y le tomó las manos. – Dios mío, Sutton. ¿Te hirió?
           - No, estoy bien, - susurró.
           La abrazó con fuerza. – Lo siento mucho. – Luego se volteó hacia el Dr. Banerjee. - ¿Qué podría haber provocado esto? ¿Sutton? ¿Algo más?
           El Dr. Banerjee torció su boca de forma rara. – Bueno, no puedo violar la confidencialidad entre doctor y paciente, pero a veces, los pacientes como Becky están en su punto de más alto riesgo justo después de hacer un logro importante. Hemos hecho excelente progreso en nuestras sesiones en poco tiempo. Parece tener mucha culpa por algo de lo que se arrepiente profundamente. Creo que la Srta. Mercer podría haber recordado algo de esa extrema aflicción emocional por su visita de esta noche.
           - ¿Culpa? – El Sr. Mercer frunció el ceño. - ¿De qué?
           EL Dr. Banerjee negó. – Eso no puedo decírtelo. Lo siento, Ted.
           - ¿Pero dices que estaba mejorando? ¿Qué estaba haciendo alguna especie de progreso? – EL Sr. Mercer parecía confundido. - ¿Entonces por qué… escaparía? No tiene sentido.
           - Yo lo hice, - Emma dijo, su voz apenas era más alta que un susurro. Los dos hombres la miraron. Miró hacia su regazo para no tener que verlos a los ojos. – La hice enojar. Yo la provoqué.
           El Dr. Banerjee frunció el ceño. – Srta. Mercer, esto no es culpa suya. Tu madre está enferma. Su comportamiento no es normal. Para ser honestos, soy yo quien falló. No debería haber permitido visitas que yo pensara que fueran a afligirla.
           - Está en lo cierto, Sutton, - El Sr. Mercer dijo. – Nunca te debí haber animado a venir a verla. Ella estaba aquí por atacar a alguien—obviamente está inestable.
           Emma apreció sus palabras de consuelo, pero sabía que no eran ciertas. No sabían toda la historia. No habían visto la expresión de Becky cuando mencionó el cañón.
           Más palabras de Becky me perseguían. He estado observándote. Y ahora estaba observando a Emma. Observándola siendo yo.
           El Sr. Mercer tomó el brazo de Emma y la ayudó a pararse. – Gracias, Sanjay. Creo que tengo que llevar a mi hija a casa ahora. Ha tenido un día duro.
           - Por supuesto. – El Dr. Banerjee miró desde Emma hacia su abuelo. – No quiero asustarte, pero siento que debería advertírtelo. Becky está en una posición muy precaria en este momento. Si no la encontramos pronto, ella podría hacerse camino hacia ustedes, y no puedo prometer en qué condición va a estar.
           - tienen que encontrarla, - Emma dijo. Pensar en Becky suelta, vagando sola por las calles, viniendo tras ella, la hacía temblar.
           - No te preocupes, lo haremos, - el Dr. Banerjee le aseguró. – Pero Sutton, por favor no te culpes a ti misma. Muy seguido, para los que tienen un aislamiento y una perturbación mental tan severos, aquellos en contra de los que se tiran son los que más aman.
           Emma no sabía que decir. ¿Amar? El amor no podía ser parte de esto. Becky no la miraba cariñosamente. Casi lucía como si hubiera visto un fantasma.
           Y quizás lo vio, yo pensé.

2 comentarios:

  1. Hola! te había dejado un comentario en tu página de descargas de series pero ya encontré tu blog actual x3

    Quería preguntarte si sigues recibiendo peticiones de libros para traducirlos, recuerdo que hace tiempo las hacías en tu blog anterior, pero no sé si ahora es distinto, un saludo y gracias :)

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    Respuestas
    1. Hola! Lamentablemente ya no estoy en condiciones de recibir peticiones de traducciones a menos que fuera cosa de 1 pagina o algo así :P

      Saludos

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