sábado, 19 de diciembre de 2015

Cross My Heart, Hope to Die - Capítulo 4 - El karma es una perra, y yo también


           La noticia de la pelea entre los dos novios de Sutton rondaba por toda la escuela para el día lunes. Emma tuvo que evitar constantes preguntas sobre la discusión, los detalles se volvieron más exagerados a medida que pasó el día. Ethan casi había estrangulado a Thayer hasta la muerte. La pierna de Thayer se arregló milagrosamente y le dio una patada mortal a Ethan en la entrepierna. Thayer iba a contratar a un matón de su pasado oscuro para acabar con Ethan. Ethan ahora llevaba un arma a la escuela.

 
           Emma trató de no hacerle caso a las historias, pero la persiguieron incluso cuando fue a la práctica de tenis en la tarde. Cuando se sumó al resto del equipo en las canchas, las chicas no paraban de preguntarle al respecto como si literalmente la hubieran pillado en medio de la pelea. – Oí que Ethan y Thayer van a tener un remate el viernes, - Clara Hewlitt, una chica de segundo año, dijo melancólicamente.
           - Qué Clint Eastwood de su parte, - bromeó Emma. Pero se sentía incómoda. Además de haberle enviado algunos mensajes, gritándole por ser tan imprudente, no le había dicho mucho a Ethan luego de la pelea. Ethan se había disculpado, al igual que Thayer, pero a Emma no le gustaba realmente tenerlos a los dos peleando por ella.
           El aire de la tarde de otoño se sentía seco y caliente, el cielo estaba de color turquesa más allá de las montañas. La luna se podía ver incluso en la tarde, un pálido disco en el cielo sin nubes. Las canchas estaban llenas de chicas calentando, arreglándose sus colas de caballo, y cotilleando —probablemente sobre la pelea.
           Laurel le dio un codazo a Emma. – Mira la nueva chica, - se rio, agradecidamente cambiando el tema.
           Emma miró a la delgada chica de apariencia élfica que estaba a unos pies de distancia.  Su largo cabello estaba arreglado hacia atrás en un montón de pequeñas trenzas, y tenía cerca de una docena de aros en sus lóbulos, y en cada uno de sus dedos, muchos anillos plateados con formas de cruces egipcias, espirales Wicca, y cruces celtas. Mientras las otras chicas del equipo estaban haciendo intensas elongaciones  y ejercicios de apariencia atlética, esta chica estaba de pie en una pierna en alguna clase de pose de yoga, sus manos en su pecho como rezando. Tarareó para sí misma distraídamente mientras levantó sus brazos, balanceándose perfectamente. Emma reconoció “Free Man in Paris” de Joni Mitchel, la cual Úrsula, una de sus viejas madres adoptivas temporales, solía reproducir sin parar.
           Charlotte  bufó. - ¿Qué está haciendo, balanceando sus chacras?
           Laurel se rio, y los ojos de la chica se abrieron. Las miró como si estuviera viéndolas a través de una profunda niebla y apenas pudiera verlas.
           - Tranquila, Charlotte, estás perturbando las fuerzas cósmicas, - Laurel bromeó, golpeando suavemente a su amiga en el brazo.
           Emma se acomodó, una punzada de culpa la carcomía. Ella había sido la chica nueva bastante seguido en su vida como para saber lo difícil que podía ser. Se enderezó y caminó a través de la cancha hacia la chica rara.
           Prácticamente todos en el equipo dejaron de hacer lo que estaban haciendo. Nisha se detuvo en la mitad de una flexión para seguir a Emma con la mirada. Clara, quien había estado mostrando un agarre invertido a unas jugadoras de menor nivel, soltó la raqueta y miró directamente.
           No era la primera vez que Emma había sido golpeada por el poder de la popularidad. Cuando Sutton Mercer hablaba, la gente escuchaba. A veces esa influencia incomodaba a Emma—ella nunca había tenido esa clase de influencia en su propia vida, y ella había sido la víctima de la crueldad de los chicos populares varias veces. Pero ahora ella tenía la oportunidad de usar su rol como Sutton Mercer para hacer el bien.
           - Hola, - dijo, estirándole la mano a la chica nueva. – Mi nombre es Sutton.
           La chica no se movió de su posición de yoga. Después de un momento Emma estuvo obligada a bajar su mano de forma incómoda. Solo entonces la chica graciosamente volvió a pararse bien, abrió sus ojos, y le dio una gran sonrisa a Emma.
           - Lo siento—me gusta ver por cuánto puedo balancearme en vrksasana. Mi record es veinte minutos y trece segundos. – parpadeó plácidamente. – Mi nombre es Celeste. ¿Practicas yoga?
           Emma juntó los labios. – Eh, no…
           - Deberías, - Celeste dijo con una lánguida sonrisa en la cara. – No sólo mejora tu concentración, pero además realmente puede ponerte en contacto con el fluir del universo. Mi juego de tenis ha mejorado tanto desde que empecé. Una vez que aprendes a moverte con la raqueta, es como que simplemente encuentra su camino hacia la pelota.
           - Eso es… genial, - Emma dijo.
           Celeste tomó una SmartWater de la banca y tomó un gran trago. – Nos mudamos aquí de Taos. Papi consiguió un nuevo puesto en el departamento de artes de la U. Él es un pintor. Acaba de terminar una gran exhibición en Berlín.
           Emma se despabiló. Al menos esto sonaba más interesante—ella era una gran fanática del arte, especialmente de la fotografía. Ethan la había llevado a una inauguración hace un mes, y le había encantado. - ¿Qué tipo de trabajos hace?
           - ¿Te gusta el arte? – Su voz había tomado un tono de escepticismo. – No lo habría adivinado. El trabajo de mi papi es muy conceptual. La mayoría de la gente no lo entiende la mayor parte del tiempo, al menos no en Arizona. Arrugó la nariz.
           Emma frunció el ceño. – Arizona no es tan mala.
           - Oh, es buena, supongo, - Celeste dijo. – Solo estoy acostumbrada a Taos. Es tan bello allá, y todas las personas son tan brillantes. Todos viven en tanta armonía con la tierra. Tucson es, bueno… diferente.
           - La universidad tiene un gran departamento de artes. Estoy segura de que tu papá va a estar muy feliz allí. – Emma miró a su alrededor, buscando un modo de escapar la conversación. Celeste era algo  presumida. – Como sea, fue un placer…
           Pero luego Celeste ladeó su cabeza con curiosidad. – Sabes, la Entrenadora Maggie me contó todo sobre ti, Sutton. Pero pensé que lucirías… más fuerte. – Sus ojos subieron y bajaron por la figura de Emma, claramente echándole un vistazo, y luego sonrió con desdén.
           Emma apretó sus dientes. – Las cosas buenas vienen en paquetes pequeños, - murmuró.
           Agradecidamente, la entrenadora Maggie escogió ese momento exacto para tocar el silbato. - ¡Júntense, chicas!
           El equipo trotó hacia Maggie, una baja y musculosa mujer quien llevaba una gorra de baseball sobre su cabello rubio. Cuando Maggie puso una mano sobre el hombro de Celeste, Celeste hizo una reverencia como un monje budista. – Bien, chicas, esta es nuestra nueva Lady Chaparelle, Celeste Echols, - dijo Maggie. – Acaba de mudarse aquí desde Nuevo México.
           Laurel le dio un codazo a Emma. - ¿Qué te dijo?
           - ¿Saben quién es, cierto? – Clara susurró junto a ellas en un tono respetuoso. - Su abuela es Jeanette Echols.
           - ¿Quién es esa? – Laurel arrugó su nariz.
           - ¿La novelista? – Emma preguntó, antes de poder detenerse.
           Charlotte, Laurel, y Nisha se voltearon hacia ella. - ¿Cuándo fue la última vez que abriste un libro? – Charlotte preguntó, con una mano en la cadera.
           Emma fingió toser para ocultar su error. Una de sus madres adoptivas solía estar interesada en Jeanette Echols, quien escribía gruesos libros sobre vampiros y brujas y hadas hambrientas por sangre. Cuando estaba aburrida un día y no pudo encontrar quien la lleve a la biblioteca, Emma finalmente cedió y comenzó a leer toda la serie. Pero definitivamente no eran la clase de cosas que Sutton leería.
           - Por favor háganla sentir bienvenida, - continuó Maggie. Miró hacia Emma. – Sutton, ¿Estás lista para practicar?
           - Nací lista, - dijo Emma, caminando hacia la cancha.  Finalmente realmente creía su propio fanfarroneo de Sutton. ¿Qué tanta amenaza podría ser Celeste?
           Celeste puso su masa de trenzas en una gran cola de caballo y sonrió plácidamente a Emma. – Debería advertirte, Mercurio está en retroceso y yo soy muy sensible a eso. Soy virgo.
           - Entendido, - Emma dijo. Intercambió una mirada con Nisha, la única chica suficientemente cerca para oír. Nisha hizo un pequeño movimiento circular con su dedo índice cerca de su oreja. Loca, dijo sin emitir sonido. Emma se rio.
           Maggie tocó el silbato como señal para jugar. Emma boteó la pelota dos veces en el suelo, caminó a la línea de base, y sacó con fuerza por sobre la red. Celeste lo devolvió sin esfuerzo, haciendo el lanzamiento lejos a la esquina izquierda de la cancha. La pelota navegó fácilmente más allá de la raqueta estirada de Emma.
           - Cero a quince, - gritó Maggie, apuntando al lado de Celeste.
           Emma apretó los dientes, girando su raqueta. Se agachó y trató de volver a concentrarse, pero pasó lo mismo en el próximo saque. Celeste envió la pelota de vuelta hacia Emma con un gracioso movimiento, de algún modo, encontrando un lugar en la cancha al que Emma no podía llegar a tiempo.
           - ¡Emma! – grité, deseando poder cubrirme mis ojos. Estaba destruyendo mi fantástica imagen de tenis.
           - Cero a treinta, - gritó Maggie.
           Incluso las chicas que se suponía que estaban ocupadas con sus propias prácticas se detuvieron para mirar. Todo lo que Emma pudo hacer fue encogerse de hombros y sacar otra vez. Esta vez pudo devolver la volea invertida de Celeste, pero se arqueó en el aire como un globo. Celeste la golpeó de vuelta hacia el lado de Emma, tan fácil como si estuviera espantando una mosca.
           - Buen intento, - dijo, su voz rebosaba de dulzura. – Estoy segura de que alcanzarás la próxima.
           Pero Emma no golpeó la próxima, ni la siguiente. Cuarenta y cinco minutos después, Celeste la había destronado en cinco partidas seguidas. Emma juntó sus manos con sus muslos, jadeando, mientras el equipo miraba confundido, nadie se atrevía a aplaudir en contra de Sutton. Solo cuando Maggie las animó, algunas de las chicas aplaudieron desganadas. Laurel y Charlotte tenían los brazos cruzados, decepcionadas. Nisha había hecho lo mismo. Emma fue al costado de la cancha, humillada.
           - ¡Eso fue nuevo, Celeste! – Maggie gritó, aplaudiendo con fuerza para compensar por las demás.
           Celeste sonrió, un delgado brillo de sudor se veía en su piel. Inclinó su cabeza hacia Emma. – Namaste. – Luego se fue hacia las canchas más lejanas. Algunas de las chicas trotaron tras ella, y Emma pudo oírlas hablar sobre signos astrológicos y posiciones de yoga.
           Charlotte negó con la cabeza sorprendida. - ¿Quién se cree que es?
           Emma trató de lucir despectiva mientras se limpiaba el sudor de la cara y hombros, pero una sensación de ansiedad se revolvía en su estómago. Su gemela habría decimado a esa chica, estaba segura.
           - ¡Estamos listas por hoy! – gritó Maggie unos minutos después, guiando a las chicas a los casilleros. Emma nunca había estado tan aliviada de que la práctica haya acabado. La sala de baldosas verdes estaba llena de vapor, de fondo se sentía el sonido de las duchas. Coloridas esponjas de ducha colgaban de algunos casilleros, amarrados en los candados de combinación para que se sequen.
           Emma se puso el bolso de artículos de aseo de Sutton en el brazo, puso una toalla sobre su hombro, y salió del pasillo de casilleros. En la pared de al fondo había una enorme vitrina que decía CHAPARELLES JMV [1]DE HOLLIER HIGH en la parte de arriba. Mostraba los JMVs a lo largo de los años, desde chicas con cabello de los ochenta y enormes aretes hasta la foto de Sutton del año pasado, su oscuro cabello estaba lacio y liso, sus ojos brillantes. Emma se detuvo a mirarla por un momento, sintiéndose triste repentinamente. Alguien se detuvo junto a ella y dio un grito ahogado.
           - ¿Quién es? – preguntó Celeste, con voz baja y temblorosa. Apuntaba a la foto de Sutton.
           Emma la observó. ¿Estaba bromeando? ¿Era esta alguna clase de juego? ¿Una extensión del comentario de no-luces-muy-fuerte de hace un rato?, ¿su forma de decir no hay modo de que vayas a ser la JMV este año? Pero los ojos de Celeste lucían bien abiertos e ingenuos. Lucia estar mirando directo a Emma y luchando por entender lo que veía allí.
           - Obviamente es Sutton. ¿Quién más podría ser? – Nisha había aparecido tras ellas para mirar por sobre el hombro de Emma. Torció los labios.
           Celeste negó con la cabeza, con una arruga de dolor entre los ojos. – No, no lo es. La energía en esta foto no es como la tuya, Sutton. Tú pareces mucho más… dulce. Como que has vivido una vida difícil y sabes lo que es sufrir.
           Oh, genial—desde que morí había tenido que escuchar una y otra vez lo perra que fui, ¿y ahora tenía que escuchar el hecho de que mi energía era malvada también?
           Emma se alejó de la mirada de la otra chica. Habían pasado meses desde que había sido vista como ella misma por alguien además de Ethan, y para mejor o para peor, se había acostumbrado a poder ocultarse tras el personaje de Sutton. Ahora se sentía incómoda como si alguien estuviera mirando tras su disfraz, viendo cómo se sentía realmente y lo que pensaba realmente.
           Le hizo un gesto de frialdad a Celeste. – Lo que digas, - dijo, lanzando su cabello tras su hombro. – Disculpa, tengo que bañarme. -  caminó tranquilamente por el lado de la chica, forzándose a no volver a mirarla.
           Con cuidado, hermana, pensé. Yo tampoco creía en premoniciones o astrología o auras cuando estaba viva. Pero pensándolo bien, tampoco creía en fantasmas. A veces hay cosas en este mundo que van más allá de lo que puedes ver con los ojos.



[1] JMV: Jugador(a) Más Valioso(a)

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