viernes, 8 de abril de 2016

Seven Minutes in Heaven - Capítulo 2 - Grave peligro

            - Es con mucha tristeza que despedimos a Nisha. Ella era una vibrante y talentosa chica, y siempre la vamos a extrañar.
            El funeral era un servicio junto a la tumba, ubicado entre los sicómoros y los pinos salados del cementerio. El sol brillaba desde su ángulo del final de la tarde en el cielo, enviando un brillo melancólico sobre los tonos grises y blancos de las tumbas. Emma estaba sentada en una silla plegable entre Madeline Vega y Charlotte Chamberlain, las dos mejores amigas de Sutton. Justo tras ellas estaban las Gemelas Twitter, con sus celulares en sus carteras por primera vez. Laurel estaba sentada junto a ellas, con hipo y lágrimas silenciosas. Toda la escuela había venido, incluyendo a la mayoría de sus profesores y a la directora Ambrose. Emma vio a Ethan parado a la sombra de un árbol, llevando la camisa y corbata negra que había llevado en la entrevista de las noticias.
            La oficiante, una mujer de hombros amplios en un sari blanco, continuó. – Es especialmente cruel perder a alguien tan joven. Nisha estaba llena de potencial. La tentación de lamentar todo lo que podría haber hecho si hubiera sobrevivido, es grande. Queremos lamentar cómo podría haber cambiado al mundo, cómo habría llegado muy lejos.
            Tras la mujer en el sari estaba el ataúd, el roble barnizado brillaba a la luz del sol. Estaba cerrado; no había habido velatorio. El servicio iba a ser corto, aparentemente. Antes de que la oficiante hubiera dado el elogio final, había habido un montón de lecturas de amigos de Nisha, y el coro de la Secundaria Hollier había cantado “Wind Beneath My Wings”. Emma podía imaginarse en privado a Nisha riéndose de esa elección—No era una chica muy sentimental. Pero no había un solo ojo seco en la audiencia. Charlotte se había echado a sollozar ahogada, con la máscara corriendo por sus mejillas, y Madeline, pálida y temblorosa, había hecho una pelota con su falda en sus manos.
            Yo observaba a la multitud melancólicamente. ¿Tendría yo alguna vez un funeral? ¿Qué diría la gente de mí? ¿Llorarían? Al ver el ataúd y el profundo agujero a su lado sentí escalofríos—en algún sitio, mi propios restos estaban ocultos, separados violentamente de mi espíritu y dejados para que se pudran. Miré a mi alrededor otra vez, medio-esperando encontrar una Nisha etérea. Pero era el único fantasma aquí hasta donde pude ver.
            La oficiante tenía una voz resonante y musical, con el mismo leve tono Anglo-Indio que tenía el Dr. Banerjee. – Pero creo que le hacemos perjuicio a Nisha, al enfocarnos en lo que podría haber ocurrido. Al decir adiós, les pido no lamentar lo que se ha perdido, sino que pensar en lo que hemos ganado al haber tenido a Nisha en nuestras vidas.
            Un pequeño grupo de cuerdas tocó una versión instrumental de “Let it Be”, de los Beatles, mientras todos se paraban de sus sillas y comenzaban a esparcirse.
            Charlotte se secó los ojos con un pañuelo que había sacado del interior de su cartera. Sus largos rizos rojos habían sido tomados atrás de su cabeza, pero mechones sueltos caían a ambos lados de su redonda cabeza. – No puedo creer que esto esté ocurriendo. No puedo creer que esté muerta.
            - Aun no puedo creer que la gente crea que lo hizo a propósito, - Madeline dijo, sus ojos color castaña estaban muy abiertos. Movió su cabeza. – Estaba bien el domingo, ¿no?
            El domingo había sido la noche en que armaron una sesión espiritista falsa para una chica llamada Celeste Echols. Había sido la primera broma del Juego de las Mentiras en la que Nisha había participado—a pesar de que había sido víctima algunas veces en su momento. Definitivamente parecía disfrutar ser parte de la producción.
            - Lo sé. No tiene sentido. Ella es una gran nadadora, - Laurel susurró con lágrimas en los ojos. – Digo, era.
            - ¿Qué crees tú, Sutton? – preguntó Gabby. Emma levantó rápidamente la mirada. Como siempre, los atuendos de las Gemelas Twitter estaban en perfecto contraste. Gabby llevaba un simple vestido ajustado, y aros de perla en los oídos, su labial era un rojo cuidadosamente delineado. Lili, por otro lado, llevaba lo que parecía un tutú de segunda mano negro y un par de botas de combate hasta la rodilla, con un pequeño velo en la cabeza.
            - Si, parece como que ustedes se estaban haciendo cercanas últimamente. ¿Parecía triste? – Lili preguntó.
            - ¿Importa realmente? – Emma dijo, con la voz temblorosa. – Se fue. El ‘por qué’ no lo cambia.
            Las chicas se quedaron en silencio. Al otro lado, Emma vio como la oficiante del funeral se acercaba para hablar con el Dr. Banerjee, quien no se había movido de su asiento, tenía una mirada lejana en los ojos. Emma había visto al doctor varias semanas atrás, cuando él había tratado a su madre. Él había sido paciente y amable, incluso cuando Becky fue violenta. Ahora su peor pesadilla se estaba haciendo realidad—y tan pronto después de la muerte de su esposa.
            - Disculpen, - le dijo a sus amigas, y caminó alrededor de las sillas que ahora estaban vacías, hacia donde él estaba sentado.
            La gente asentía al verla pasar. La entrenadora Maggie estaba de pie con un grupo de jugadores de tenis, luciendo impactada y destrozada. Clara estaba con ellos, con lágrimas cayendo por sus mejillas.
            La oficiante abrazó una última vez al Dr. Banerjee, y luego se unió a la multitud, dejándolo solo. Emma lo dudó. Quería decirle cuánto lamentaba su pérdida y que Nisha se había vuelto una buena amiga de ella. Pero más que eso, quería averiguar qué pensaba él de la muerte de Nisha—— dónde había estado su hija antes de morir.
            Antes de poder decidirse de qué decir, alguien más se sentó junto al Dr. Banerjee. Su cuerpo se tensó al reconocer al Detective Quinlan en su traje de ceremonias azul, con su sombrero en sus manos. Quinlan estaba lejos de ser un fan de Sutton Mercer—tenía un archivo de ocho centímetros de grosor sobre las hazañas de Sutton con el Juego de las Mentiras, y había arrestado a Emma por robar dos meses atrás. Instintivamente se ocultó tras una lápida a algunos pies de distancia.
            La voz de Quinlan era un murmullo bajo y compasivo. Agachándose tras el frío mármol, Emma se concentró en oír lo que decía. Captó “Lamento mucho”, y “trágico”, y estaba a punto de alejarse de los dos hombres cuando la palabra “autopsia” llegó a ella.
            El Dr. Banerjee sacudió su cabeza violentamente al oír lo que sea que Quinlan acababa de decir.
            - Mira, Sanjay. – La voz de Quinlan era paciente pero firme. – No había señales de violencia. No había heridas de defensa, ni moretones, ni huellas. Sólo fue un accidente.
            - No. – las manos del Dr. Banerjee estaban relajadamente puestas en su regazo, pero los músculos de su cara estaban tensos. – Nisha ha estado nadando desde que tenía dos años. Habría tenido que tropezarse y golpearse la cabeza para que sea un accidente. ¿Pero no hay moretones? ¿No hay concusión? – Se detuvo, su boca se retorció un momento antes de poder volver a hablar. – Mi hija fue asesinada.
            Quinlan dudó, sus labios se giraron hacia abajo bajo su bigote. – Hay más, - dijo suavemente. – Odio decírtelo de esta forma. Pero el examinador encontró cantidades extremadamente altas de diazepam en su sangre. Eso es…
            - Valium. Sí, soy un doctor, - dijo tajantemente el padre de Nisha. Sus nudillos se pusieron blancos al apretar aún más sus dedos. – Ella no tiene una receta médica para Valium.
            Quinlan suspiró, rascándose su mandíbula con barba de varios días. – L sé. Revisamos sus registros.
            - Entonces qué estás…
            - Sé que es difícil de oír. Pero Nisha tuvo un muy mal año. – Quinlan lucía incómodo. Daba vueltas una y otra vez su sombrero en sus manos. – No quiero sonar como que la estoy acusando de nada. Pero Sanjay, los adolescentes prueban cosas nuevas y no siempre conocen sus límites.
            La voz del Dr. Banerjee era severa. – Su pieza estaba completamente desordenada, Shane. Alguien entró y destrozó el lugar. Alguien estaba buscando algo.
            Quinlan se escogió de hombros. – No había señal de una entrada forzada, y no encontramos las huellas digitales de nadie allí. Sólo las tuyas y las de ella. Nisha tiene que haber hecho eso ella misma. A veces la gente hace cosas extrañas cuando están en estados alterados.
            El Dr. Banerjee se quedó sentado quieto por un largo momento, mirándose las manos. Sus lentes estaban chuecos sobre su nariz, y eso le daba una apariencia ligeramente maniática. Quinlan miró incómodo a su alrededor. Por un momento Emma casi sintió lástima por él.
            - Mira, - dijo finalmente en un tono tan bajo que Emma tuvo que esforzarse para oír. – Si hay alguna persona hacia quien tengas alguna sensación extraña—personas extrañas cerca de tu casa, chicos que parecieron demasiado agresivos con ella—si tenía algún enemigo, dame sus nombres. Voy a investigarlo. Pero ahora mismo, no tengo evidencia, ni pistas, ni ideas. Dame algo con qué trabajar.
            El Dr. Banerjee negó con la cabeza. – No tenía enemigos. No que yo sepa. – Sus manos se soltaron y volaron hacia su cara. – No sé quién querría hacerle algo así a mi pequeña hija, - rugió, su espalda temblando.
            Tras el monumento, Emma sintió culpa acumulándose. ¿Debería decirles lo de las llamadas y mensaje frenético de Nisha? Su estómago se apretó con la ansiedad. Las sospechas de Quinlan siempre aumentaban rápido cuando Sutton Mercer estaba involucrada. En el mejor de lo casos, probablemente lo desestimaría diciendo que era otra broma para llamar la atención. En el peor, Emma terminaría en una lista de sospechosos, y su historia se desmoronaría fácilmente en la inspección.
            - Necesito un vaso de agua, - dijo finalmente el Dr. Banerjee. Su voz sonaba tensa, como si estuviera luchando para mantener la calma. Su cara se había recompuesto, excepto por sus ojos. Estos estaban rojos y lucían alocados.
            Quinlan asintió. – Vamos, Sanjay. – Con una sorprendente gentileza, mientras ayudó al Dr. Banerjee a pararse, y los dos hombres caminaron hacia la mesa de banquete ubicada a la sombra de un pino.
            Emma se apoyó contra la tumba, su corazón daba martillazos. Entonces el cuarto de Nisha había sido rebuscado. ¿Pero qué estaba buscando el asesino? ¿Y lo encontró, o seguía allí en el cuarto de Nisha?
            Emma miró el ataúd de Nisha por un momento, la madera café oscura brillaba al sol. – Lo siento mucho, - susurró. Su mirada cayó a la tumba tras la que se había estado ocultando. JESMINDER BANERJEE, decía. QUERIDA ESPOSA Y MADRE. La madre de Nisha. Ni siquiera había pensado en eso—por supuesto que iban a enterrar a Nisha junto a su madre.
            Emma se levantó y caminó a través del pasto. La multitud estaba empezando a disminuir. En el distante estacionamiento podía escucha autos partiendo y puertas cerrándose.
            Pasó junto a un grupo de estudiantes de Hollier quienes estaban parados junto a un mausoleo afectado por el clima, con una urna de lirios marchitados frente a este. Garrett Austin estaba parado entre su hermana menor, Louisa, y Celeste, su actual novia. Garrett había sido el novio “oficial” de Sutton cuando ella murió, aunque había estado viendo a Thayer en secreto al mismo tiempo. Cuando Emma tomó su lugar, él le había ofrecido su virginidad como regalo de cumpleaños, y después de que ella huyó en pánico, terminaron.
            Garrett lucía devastado. Sus ojos estaban rojos, su cabello rubio lucia apagado y sucio. Él había salido con Nisha por algunas semanas, y a pesar de que habían terminado, obviamente no se estaba tomando bien su muerte. Levantó la mirada y notó a Emma, mirándola en blanco, como si no pudiera reconocerla.
            Atrapada, Emma dio un paso dudoso hacia él.
            - ¿Cómo te sientes? – Emma preguntó, tocándole el hombro.
            Garrett parpadeó, y  luego de repente su cara se oscureció y su ceño se frunció. Se alejó de su mano, sus brazos tensos del enojo. Ella instintivamente retrocedió. Él por un segundo parecía que quería golpearla.
            - ¿Qué te importa? A penas la conociste, - chilló.
            Tras él, Emma pudo ver que Celeste lucia impactada por su enojo. Louisa miraba desde Emma hacia Garrett, confundida.
            Emma se quedó congelada. ¿A penas la conoció? Claro, Emma solo conoció a Nisha por unos meses. Pero Sutton había crecido con Nisha.
            - Garrett, sé que estás triste… - Celeste comenzó a decir, poniendo su mano en su brazo. Él se volteó violentamente y su nariz quedó a centímetros de ella. El cuerpo entero de Emma estaba tenso al ver la expresión salvaje en su cara. Una malvada sonrisa se formó en sus labios.
            - Tú no sabes nada, - dijo. - ¿Te puedes callar por cinco minutos? Estoy empezando a creer que Nisha estaba en lo cierto sobre ti.
            Emma quedó boquiabierta. La expresión de Celeste se oscureció. ¿Ah sí? – dijo, la calidad aireada de su voz había desaparecido. - ¿Cuándo tuviste esta íntima conversación sobre mí?
            - No es asunto tuyo, - gritó. Para entonces, la mayoría de los otros estudiantes con quienes estaban parados se habían ido, incómodos. Louisa observaba a su hermano con ojos ansiosos.
            Laurel se materializó al lado de Emma y la tomó del brazo, conduciéndola junto a ellos hacia el estacionamiento. – Vamos, - susurró, mientras la voz de Celeste aumentó de tono enojada tras ellas. - ¿Pelear en un funeral? Qué bajo.
            - No puedo creer que le grite así a su novia, - dijo Emma, sintiéndose algo aturdida. Dejó que Laurel la guíe más allá de las hileras de lápidas.
            Laurel se detuvo un momento, levantando su ceja. - ¿Perdona? Ustedes dos solían discutir todo el tiempo.
            Emma miró a la hermana de Sutton.
            Laurel se encogió de hombros. – Vamos, Sutton, él solía alterarse por todo. De que no lo llamaras de vuelta suficientemente rápido, de que llevaras una falda muy corta, de que no llegaras a alguno de sus juegos. No es exactamente equilibrado.
            - Si, - tartamudeó Emma, intentando cubrir su confusión. – Lo sé. Ven, vamos.
            Comenzaron a caminar de nuevo. Al otro lado del cementerio, las voces de Celeste y Garrett aún eran audibles, disparándose tensamente el uno al otro. La cabeza de Emma daba vueltas. ¿Por qué había dicho que apenas conocía a Nisha?
            Yo tampoco lo sabía. Pero algo me decía que era mejor que Emma lo averigüe pronto. Garrett obviamente tenía la mecha corta, y Emma no quería estar en la zona de la explosión si es que explotaba. 

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