domingo, 17 de enero de 2016

Cross My Heart, Hope to Die - Capítulo 15 - Esperanzas y conspiraciones

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           La mañana del lunes, Emma, Laurel, Madeline, Charlotte, y las Gemelas Twitter estaban apoyadas en la pared de piedra en el patio, disfrutando del sol antes de que suene la primera campana. Emma se sentía un poco más descansada después del fin de semana. Había tratado de reorganizarse, pasando mucho tiempo viendo realitys de TV con Laurel en el sofá y yendo a andar en bicicleta con Ethan. El Sr. Mercer no había sacado el tema de Becky ni una vez, y ella no había preguntado.
           Manadas de estudiantes se movían a través del patio interior en camino hacia los casilleros o a las salas de clases, muchos de ellos miraban sospechosamente a las chicas y trataban de no lucir desesperados. Se había corrido la voz de que Charlotte iba a dar una fiesta el sábado y todos querían una invitación.
           - No puedo esperar a que sea tu fiesta, Char, - Laurel dijo, sacando la tapa de un yogurt Chobani.
           - Va a ser increíble, - Charlotte coincidió. – Tengo a Poor Tony para que toque a las diez. – Luego se apoyó y tomó un trago de su latte con hielo, pareciendo inconsciente de la horda de potenciales asistentes.
           - ¿El DJ de Plush? – Madeline lucía impresionada. - ¿Cómo te hiciste con ellos?
           - El dinero habla, chica. – Los ojos de Charlotte brillaron tras sus gafas estilo aviador. – Mamá y papá me dejaron un sobre de dinero para el fin de semana, para comprar comida o qué sé yo. Deben sentirse culpables por algo, porque se fueron un poco por la borda esta vez.
           Una chica con mechas azules en su cabello y un enterito floreado apareció de repente junto a la pared. – Hola Charlotte. Hice estos bollitos de arándano para la venta de pasteles del club de teatro, pero terminé haciendo demasiados. – se rio nerviosamente, sus redondas mejillas se sonrojaron. - ¿Quieren? Son muy buenas.
           La mano de Lili se acercó al plato de pasteles, pero Charlotte la alejó. – Gracias, pero ya desayunamos. – Charlotte hizo un gesto hacia los vasos de Starbucks y los potes de yogurt vacíos que estaban esparcidos alrededor de ellas.
           La cara de la chica se ensombreció. – Oh. Cierto. – se fue rápidamente, con las mejillas ardiendo.
           Madeline resopló. – ¿Tratando  demasiado?
           - ¿Los bollitos, o ese atuendo? – preguntó Charlotte
           - No es tan mala, chicas, - dijo Lili. – Estoy en gimnasia con ella y en realidad es divertida.
           - Como sea, - dijo Charlotte. – Puedes invitarla cuando la veas esta tarde, Lili. Sólo dile que no use un vestido de crema batida o algo raro, ¿bien?
           Emma bebió con inseguridad su propio café y se torció de sufrimiento. Sutton bebía su café negro, con apenas una gota de Splenda, y ella aún no se acostumbraba a la amargura.
           Madeline le dio un codazo. – Alguien está muy callada hoy.
           - Si, ¿qué planeas? – Charlotte se bajó sus gafas y la miró firmemente por sobre el marco. – Yo no quiero sangre de cerdo en ningún lugar cercano a la alfombra persa de mis padres, Sutton, así que ni siquiera lo consideres.
           Emma se movió el cabello con lo que esperaba que convenciera de ser orgullo. – Relájate, Char, no estoy planeando nada para la fiesta. Excepto ponerlas a ustedes en ridículo, obviamente.
           - Eso no es un plan, sólo es tu terrible personalidad, - Laurel bromeó.
           Antes de que Emma pudiera responder, alguien puso una mano helada en su hombro. – Damas, - dijo una fresca voz femenina.
           Emma gimió del susto. Perdió el equilibrio violentamente, y antes de saberlo, estaba en el suelo junto a la pared, mirando la cara sorprendida de Nisha.
           Todas se rieron histéricamente. Salían lágrimas de risa de la cara de Laurel. Charlotte y Madeline estaban paralizadas de la risa, afirmándose sus estómagos. Lily y Gabby estaban entre sus brazos. Nisha fue la única que se agachó y ayudó a Emma a pararse. – Lo siento, - dijo, sonando mortificada. – No quise asustarte.
           La cara de Emma ardía. – No te preocupes, - dijo, tratando de no darle importancia. – Sólo…. Pensé que eras alguien más, eso es todo.
           Sí, mi asesino. Pero Emma necesitaba estar al tope de sus capacidades. El asesino podría estar observándola ahora mismo. Sin mencionar que me estaba haciendo quedar mal.
           Las otras se dejaron de reír lo suficiente para tomar aire, y Nisha dio un paso al frente. – Sólo quería mostrarles lo que hice, - dijo, sacando un trozo de papel de su bolso color coral y pasándoselo a Emma. Las otras se acercaron por sobre sus hombros para ver lo que decía.
           En la parte de arriba del volante, en una fuente gótica tamaño veinte, decía CONFERENCIA DE LOS MUERTOS. Debajo había un dibujo de una tumba.
           - “Penetra los misterios más allá del velo de la vida,” – leyó Charlotte en voz alta. – “Únetenos la tarde del domingo en el Cañón Sabino cuando invoquemos a los espíritus para que se revelen. Se requieren máscaras y mantos para entrar” – Había una dirección de email en la parte de abajo para confirmar asistencia. Charlotte sonrió.
           - Oh, es tan perfecto, - Madeline dijo. – Se lo va a tragar por completo.
           - ¿Quién? – Gabby preguntó, mirándolo.
           - Celeste, - Charlotte dijo. – Ella es nuestra próxima víctima.
           Lili lucía confundida. - ¿Esa chica hippie? ¿Desde cuándo?
           - Desde que comenzó a asustarme de verdad, - Emma explicó. – Y Nisha nos va a ayudar. Fue su idea.
           Gabby y Lily levantaron sus cejas, pero ninguna dijo una palabra. Finalmente, sus dedos comenzaron a teclear en sus teléfonos.
           Laurel apuntó a la invitación. - ¿Qué onda eso de las máscaras?
           - Así no nos va a reconocer e irse de inmediato, - Explicó Nisha. – Además, las máscaras dan miedo, ¿no? Parte del humo y los espejos.
           - Nos vamos a juntar en la casa de Sutton y Laurel el domingo para terminar todo, - Charlotte dijo, tirando su vaso en el basurero y poniéndose de pie.
           - ¿Lo haremos en el Cañón Sabino? – Emma no pudo ocultar un tono de consternación. Mientras menos tenga que estar en la escena del asesinato de su hermana, mejor.
           - Es cerca de mi casa, - explicó Nisha. – Pensé que después de eso podríamos pedir comida a domicilio y celebrar nuestro éxito. Si ustedes quieren, claro, - añadió.
           - Sabino es perfecto, - Madeline dijo, apretando el codo de Emma. – Es tan tenebroso allí, que será el lugar perfecto para una sesión espiritista. Esa rara va a lamentar haber intentado molestarte alguna vez.
           La mirada de Emma atravesó el patio hasta donde estaba sentada Celeste en la posición de medio loto. Hoy estaba usando pantalones de cáñamo y sandalias de hilo anudado, con una cadena de la estrella Wicca de cinco estrellas en su cuello. Por un momento, Emma se sintió casi mal por la broma—Celeste le recordaba una versión más rara de Erin Featherstone, una chica en su escuela en Henderson quien era una devota budista y lloraba cada vez que algún bicho moría. Pero entonces Celeste levantó la vista y miró a Emma. Una lenta y soñadora sonrisa burlona se puso en sus labios, y sus ojos se achinaron peligrosamente. Ahí se dio cuenta, no importaba lo que Emma pensara—en este momento ella era Sutton Mercer, y nadie se metía con Sutton.
           Se volteó hacia las otras. – Hagámoslo.
           Vaya que sí, coincidí.
           Todas se levantaron y se dirigieron al casillero de Celeste, el cual estaba en el pasillo de artes entre el auditorio y el estudio de baile. Nominaron a Charlotte para que meta la invitación por las rendijas de la ventilación, luego corrieron tras una esquina y esperaron aguantando la respiración a que aparezca Celeste, atorándose de la risa.
           La cacofonía del calentamiento de la orquesta de la escuela comenzó a sonar en la sala de música por el pasillo. El aroma a aguarrás se sentía fuerte en el aire. - ¡Viene! – susurró Laurel, y todas giraron sus cuellos alrededor de la esquina para mirar.
           Celeste se dirigió a su casillero. Incluso su caminar era soñador, como si no estuviera tocando el suelo por completo. Abrió el casillero y el volante se cayó. Laurel se mordió los nudillos para aguantarse la risa cuando Celeste se agachó para recogerlo.
           - Lo está leyendo, - chilló Lili.
           Charlotte la golpeó en el hombro. – Eso es lo que queremos que haga, idiota.
           Celeste miró de un lado a otro por el pasillo, luego, cuidadosamente dobló el papel y lo metió en un libro. Cerró su casillero y comenzó a caminar por el pasillo hacia ellas.
           - ¡Rápido! – Gabby chilló.
           Las chicas corrieron por el pasillo y entraron al estudio de cerámica para cubrirse. Momentos después, el iPhone de Nisha vibró. – Confirmó, - anunció, mirándose con Emma y sonriendo. – Chicas, es hora de despertar a los muertos.
           Si tan solo lo dijera en sentido literal, pensé. Pero una broma a una chica que se la merecía era casi igual de bueno.

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