miércoles, 25 de mayo de 2016

Seven Minutes in Heaven - Capítulo 35 - Haz nuevos amigos, pero mantén los viejos



            Algunos minutos más tarde, Emma salió al agradable sol de la tarde. La recepción había sido arreglada para ser en la terraza por el frente de la iglesia, entre montones de fragantes árboles de eucalipto. Ya algunos de los asistentes al funeral habían llenado platos de papel con volovanes, sándwiches de pepino, y galletas de mantecada y mermelada. Emma espió al Dr. Banerjee luciendo frágil ero hablando animadamente con la entrenadora Maggie. Quinlan estaba allí también, bebiendo un vaso de limonada y hablando con el padre Maxwell. Louisa estaba parada junto a Celeste, compartiendo crudités de un plato. Sabiendo por lo que Louisa había pasado, Emma no pudo evitar quedarse mirándola. De alguna forma ella había logrado dejar toda la oscuridad atrás y seguir adelante. Si ella pudo volver al otro lado, entonces quizás Emma también podía.

            - ¿Emma? – Una voz insegura habló suavemente a su izquierda. Se volteó y vio a Alex Stokes, una cabeza más baja que Emma y con forma de elfa, llevando un vestido sencillo negro y botas Doc Martens amarradas hasta la mitad.
            La cara de Emma se iluminó. - ¡Alex!
            Alex corrió hacia ella y le puso los brazos a su alrededor. – Sabía que tú no lo hiciste, - dijo, su voz sonaba apagada contra el hombro de Emma. – Lamento mucho haberle mostrado esos mensajes a la policía. No sabía qué más hacer.
            - No importa, - dijo Emma. – Los habrían conseguido en algún momento. Yo lamento mucho que hayas sido arrastrada en todo este asunto. Y también lo siento mucho, mucho por mentirte.
            Alex se separó del abrazo para mirarla con ojos redondos y compasivos. – Parece que fue… complicado.
            - Si, - Emma murmuró. Se mordió el labio. – Todavía no estoy lista para hablar de todo el tema. Pero te lo prometo, te lo voy a contar todo apenas lo esté.
            - Estaré aquí, - Alex dijo, apretándole el codo.
            Las puertas de la iglesia se volvieron a abrir, y toda la pandilla del Juego de las Mentiras salió junta. Sus ojos eran rojos, pero emergieron con una dignidad de Chica del Momento que hubiera hecho sentir orgullosa a Sutton. Los labios de Charlotte estaban pintados de Rojo Perra Reina, y Madeline tenía su mentón en alto con arrogancia de prima ballerina. Lili y Gabby estaban tomadas del brazo, Lili llevaba calzas de encaje y delineador negro, Gabby llevaba un collar de perlas y aros que combinaban. Laurel también estaba con ellas, su cabello rubio-miel estaba quitado de su cara, y llevaba un pañuelo bordado en la mano.
            Alex miró a la pandilla, y luego de vuelta a Emma. – Parecen, eh, simpáticas.
            Una sonrisa apareció en la cara de Emma. – No lo son. Pero está bien. Son geniales la verdad.
            Charlotte fue la primera en mirar a Emma a los ojos. Bajó lentamente los escalones hasta donde estaba Emma, las otras chicas la siguieron. Laurel le sonrió con incertidumbre, pero las caras de las otras eran como de piedra. A su lado Alex se acomodó.
            Luego de un largo instante, Charlotte le extendió la mano a Emma
            - No nos hemos conocido oficialmente, - dijo suavemente. – Soy Charlotte Chamberlain. Lamento mucho tu pérdida.
            Emma tragó saliva. Luego tomó la mano de Charlotte. La palma de la otra chica estaba cálida y suave. La sostuvo por un momento, y luego abrazó a Charlotte.
            - Lo siento mucho, Char, - susurró. Charlotte tembló al ser sujetada, y luego la abrazó de vuelta, ferozmente.
            - Lamentamos no haberte dado la oportunidad de explicar, - Madeline dijo, poniendo sus brazos alrededor de Emma y Charlotte. Emma podía sentir a ambas chicas llorando nuevamente.
            - No las culpo, - dijo Emma. – Sutton era su mejor amiga. Y yo les mentí por meses.
            - Sí, pero tú no tenías opción. – Charlotte se sorbió. – No puedo creer que estabas intentando resolver su asesinato por ti misma.
            - Yo  no puedo creer a Ethan— - Lili comenzó a decir, pero Laurel la miró amenazadoramente.
            - Muy pronto, - chilló.
            Luego de un momento, las chicas se separaron de forma incómoda. Emma sabía que era extraño para ellas. Ella las había podido conocer, pero ellas no la conocían para nada. ¿Siquiera les gustaría alguien como Emma? Ella era tan distinta a Sutton. Pero a pesar de todo, la había pasado bien con las chicas del Juego de las Mentiras. La habían hecho correr riesgos que nunca hubiera corrido en su vieja vida, y le habían dado coraje en una época en la que más lo necesitaba. Le gustaba pensar que ellas las había afectado también, un poco. Desde que ella había entrado en la vida de Sutton, la pandilla se había vuelto un poco más cálida y se aceptaban más entre sí.
            - Esta es mi amiga Alex. De Henderson, - dijo, y Alex asintió lentamente. Emma se puso un poco tensa—este momento de colisión de mundos se sentía raro. Alex era el tipo de chica a quien el Juego de las Mentiras le habría encantado hacer bromas. Y las amigas de Sutton eran el tipo de chicas a quienes Alex solía llamar “víctimas de la moda” y “perras de las tendencias.”
            Lili miró a Alex de arriba abajo. – Amo tus botas, - dijo. – Yo tenía un par que llegaban a la altura de las rodillas, pero el perro de las comió.
            - Eso apesta, - Alex dijo. Lili asintió seriamente.
            - Henderson está cerca de Las Vegas, ¿no? – Charlotte preguntó. – Fuimos allí una vez, el verano pasado, en un paseo del Juego de las Mentiras. Sutton se las arregló para que nos den la Suite presidencial en el Bellagio. – Sonrió con tristeza. – Debe ser divertido vivir allí. Hay mucho que hacer.
            - Es agradable, - Alex dijo. – Sin Emma no es tan divertido.
            - Entonces… ¿Te vas a quedar en Tucson, ahora que todo esto se ha acabado? – Madeline le preguntó a Emma de forma insegura, y ella asintió.
            - Eso espero. Los Mercer me invitaron a vivir con ellos. – Miró a Alex. – Te extrañaré tanto, pero nunca he tenido una familia antes. Necesito hacer esto.
            - Lo sé, - dijo Alex. – Lo entiendo. Además, no es como si estuvieras tan lejos de mí. Quizás se darán otro viaje del Juego de las Mentiras pronto, y vendrán de visita. – le costó un poco decir el nombre de su andilla, pero nadie más pareció notarlo. Emma sonrió.
            Charlotte intercambió miradas con Madeline, quien asintió levemente. – Hablando del Juego de las Mentiras, estábamos pensando en una pijamada, este fin de semana. ¿Te gustaría venir?
            Emma se sonrojó de placer. – Me encantaría. – Se detuvo, y luego continuó. – Pero hay una cosa que no haré.
            Madeline ladeó su cabeza con curiosidad, pero Laurel lucia como si supiera lo que Emma estaba por decir.
            - No más bromas. No puedo seguir haciéndolo.
            Las chicas se quedaron en silencio por un largo momento. Charlotte se miró sus Jimmy Choos negros, y Madeline se abrazó a sí misma. Tas ellas, las mandíbulas de las Gemelas Twitter se habían abierto del shock. Alex levantó una ceja de forma inquisitiva. Pero Laurel asintió.
            - Estoy con Emma en esto, - dijo. – Ha herido a demasiada gente. Y mi broma del video del secuestro fue lo que Ethan usó para… ya saben… - se quedó callada.
            Madeline tomó aire. – Tienes razón. Quizás es hora de ser simplemente viejas chics populares de una vez. Somos suficientemente fabulosas para no necesitar artilugios ¿sabes?
            Charlotte se puso su cabello tras el hombro. – He estado pensando que ya era hora desde hace un tiempo. Ya no somos niñas.
            Emma miró a Lili y a Gabby, quienes lucían amotinadas. Lili se inclinó para susurrarle algo al odio a Gabby, y Gabby asintió. Sólo habían entrado al club hace algunos meses, y claramente no estaban felices de que se acabe tan pronto.
            Oh, bueno. Las Gemelas Twitter podían rebelarse, siempre y cuando no bromeen con Emma.
            - Como sea, no tenemos tiempo para bromas ahora mismo, - Charlotte dijo. – Necesito encontrar un nuevo traje de baño para Barbados. No puedo simplemente sentarme en un pareo todo el tiempo si es que planeo broncearme. – Sonrió con timidez. – Emma, aun estas invitada si es que quieres venir. Un poco de playa, alcohol, y chicos podrían ser justo lo que el doctor recomienda para recuperarse de… de todo esto. – Hizo un gesto a su alrededor. Emma le tocó el hombro agradecida, realmente conmovida.
            - Gracias, Char. Pero necesito pasar navidad con mi familia. Miró a Laurel a los ojos, y ambas sonrieron.
            - Más para nosotras, - dijo Madeline alegremente. – Les traeremos algo de ron.
            Emma se rio. De repente, el sol en su cara y la brisa de Diciembre le rosaban sus piernas desnudas casi celestialmente.
            Yo observé a mis amigas reconfortándose entre sí, sus ojos brillaban con lágrimas, sus sonrisas dudosas ante el sol invernal. Sabía cuánto me extrañarían—que cargarían con ese dolor por largo tiempo, profundamente en sus corazones. Pero iban a estar bien. Vivirían y crecerían, y me recordarían con amor, y eventualmente, me dejarían ir, de la forma en que los vivos siempre dejaban ir a los muertos.
            Luego vi algo que retorció mi corazón.
            Thayer, con las manos en los bolsillos, merodeando por el costado. Solo. Y observando a Emma.

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