lunes, 23 de mayo de 2016

Seven Minutes in Heaven - Capítulo 24 - Vé y búscate en Google



            Emma condujo de vuelta a la casa de los Landry lentamente, reacia a pasar el día encerrada y sola. Condujo por los mercados orgánicos y boutiques de lujo, decoradas para navidad con guirnaldas y cintas y luces parpadeantes. Por un momento contempló ir a la biblioteca pública—podría entrar a internet, quizás investigar un poco desde allí—pero el recuerdo de los reporteros gritando su nombre la hacía estremecerse. A cualquier sitio que fuera en público, corría el riesgo de encontrarse con la prensa.
            Pronto las tiendas desaparecieron tras ella, siendo reemplazadas por grandes y elegantes casas con las Montañas Santa Catalina de fondo. Dobló al vecindario de Ethan y estacionó en la cochera de los Landry. Al otro lado de la calle la entrada al cañón seguía cerrada, había cinta policial atravesando la entrada de autos. Se preguntó si los investigadores estarían allí ahora mismo, lentamente removiendo la tierra. Sintió un hormigueo en la parte de atrás del cuello, como siempre ocurría cuando veía la banca en donde había esperado a Sutton ese primer día. A veces se sentía como si el cañón tuviera ojos.
            Un movimiento al otro lado del jardín le llamó la atención. Se detuvo  cuando se bajaba del auto de Ethan, con las llaves en su mano. En la casa de al lado, el Dr. Banerjee estaba metiendo una maleta maltratada en el portamaletas de su auto. Parecía que ya había un montón de bolsos apilados de cualquier manera en el asiento trasero. El padre de Nisha aún lucía demacrado, sus ojos estaban hinchados por el cansancio, pero se había arreglado desde la última vez que lo vio. Su cabello estaba peinado, y llevaba una camisa abotonada que estaba arrugada, pero limpia.
            Cuando se subió al asiento delantero de su auto, Emma lo vio a los ojos. Levantó su mano para saludar, dando un paso hacia él. Pero un momento casi lo llamó para que se detenga—si Nisha había dejado evidencia de que Garrett había matado a Sutton, el Dr. Banerjee era la única persona quien podría ayudarla a encontrarla. Luego vio la mirada en su cara. Sus ojos estaban entrecerrados, su boca retorcida con disgusto. La mano de Emma se cayó sin fuerza a su costado. Él pensaba que ella era una asesina—tal como todos los demás. Sacó el auto de su entrada para vehículos, negando con su cabeza lentamente. Sus labios se movían como si estuviera murmurándose algo a sí mismo. Luego dio la vuelta hacia la calle y se alejó.
            Los hombros de Emma se bajaron, y se volteó derrotada. Parecía que el Dr. Banerjee se iba de la ciudad, y junto a él, su última oportunidad para averiguar el secreto por el que Nisha había muerto.
            Entró a la casa de los Landry con la llave de Ethan. Al abrir la puerta, se preguntó si debió haber golpeado. Pero adentro, todo estaba oscuro y tranquilo. Los sonidos de un programa de entrevistas salían por debajo de la puerta cerrada del dormitorio de la Sra. Landry, y Emma suspiró del alivio. Odiaba admitirlo, pero encontrarse con la mamá de Ethan—ver la mirada sorprendida y nerviosa en sus ojos café—la ponía nerviosa.
            Emma sacó una Coca Cola Zero del refrigerador y entró al cuarto de Ethan. Su cama estaba perfectamente hecha, con dobleces a los costados y todo, sus almohadas blancas estaban puestas delicadamente en la parte de arriba—lo había visto hacer la cama esa mañana, había tenido los labios entre los dientes por lo concentrado que estaba. Su lado obsesivo compulsivo era adorable. Se sonrojó un poco al acomodarse en la cama, pensando que ella e Ethan habían estado acurrucados allí hace pocas horas.
            Apoyándose contra la cabecera con algunas almohadas, sacó el computador de Ethan y lo puso sobre sus piernas. Se mordió la punta de un mechón de cabello, y luego escribió “Emma Paxton” en el campo de búsqueda—y se arrepintió casi inmediatamente. El caso estaba por todos lados, y Emma misma era la estrella del show. Era como una horrenda versión pesadilla de los titulares que solía escribir sobre misma—solo que esta vez eran reales. De Harapos a Riquezas, proclamaba un sitio de noticias con letras grandes, y debajo: Emma Paxton vivía en la miseria y soñaba con escapar. ¿Hasta dónde llegaría para obtener lo que quería? Todas las fotos feas que alguna vez alguien le había tomado, ahora estaban online, luciendo siniestra de alguna forma. Reconoció la casa de Clarice en varias de ellas—Travis obviamente había estado tomándole fotos sin que ella lo sepa. Una incluso la mostraba durmiendo, con la boca abierta, y el tirante de su camiseta caído por el hombro.
            Un sitio web llamado En Silencio había entrevistado a Clarice. Emma bajó por la página, llena de fotos de su viejo cuarto e historias de lo perturbada que Emma parecía. Ella me dijo que estaba trabajando en una montaña rusa, pero después escuché que estaba involucrada con alguna clase de tropa de bailes exóticos. Solía andar con sus shorts cortos y blusas halter, pero yo soy tan inocente que no noté lo que estaba ocurriendo.
            Emma fue haciendo click de link en link, su corazón se hundía. Ni una sola persona parecía siquiera considerar que ella podría ser inocente. Un cuerpo especial llamado CGI—Coalición de Gemelas Idénticas—la llamaba un monstruo y demandaba su arresto inmediato. Antiguos compañeros de Emma de las Vegas, a quienes en su mayoría Emma ni siquiera recordaba haberles hablado una vez, la retrataban como una mafiosa turbia y calculadora. Otro blog entrevistó estudiantes de Hollier quienes juraban que habían sospechado de ella todo el tiempo.
            Mientras tanto, alguien en Hollier había armado una página conmemorativa de Sutton Mercer, llena de fotos de Sutton, con la canción “Candle in the Wind” de Elton John sonando de fondo. El libro de visitas ya estaba lleno de comentarios de los compañeros de Sutton.
            Leí la página por sobre el hombro de Emma. ¿Estarían todos hablando de lo bravucona que fui? ¿Dirían que me lo merecía? ¿Alguien me extrañaría? Pero la mayoría de los comentarios eran superficiales. Siempre recordaré lo linda que se veía en el baile de tercer año de secundaria, había comentado alguien llamado chica_gatosalvaje. Me gustaba tanto en octavo grado, decía otro comentario, y ¿Recuerdan su fiesta de cumpleaños 16? ¡Esa noche marcó la historia de Hollier! Parecía que nadie realmente me conocía por debajo de mi brillante y popular exterior. Pensándolo bien, no era como que yo haya permitido que mucha gente vea más allá de esa parte mía.
            Emma parecía notar lo mismo. Abrió Twitter, segura de que encontraría algo de Gabby y Lili. Ciertamente, habían estado comentando toda la situación.
            @Lili_Fiorello: Yo lo diré ahora: Es una broma. Esto es muy loco para ser real.
            @Gabby_Fiorello: Sutton Mercer no se dejaría ser aniquilada por una endeble perra de segunda del mercado negro.
            Y luego, pocas horas después, simplemente:
            @Gabby_Fiorello: Sutton, te amamos y te extrañaremos por siempre.
            Ambas habían cambiado sus fotos a cuadrados negros. A Emma le dolía el corazón. Sabía que Sutton y sus amigas nunca habían sido de hablar cosas íntimas, pero también sabía que por debajo de la superficie, se preocupaban profundamente por cada una. Luego se dio cuenta de algo: Gabby y Lili también eran gemelas. Se preguntó si creían los rumores de que Emma había matado a su propia hermana. Quizás estaban uniéndose a la CGI en ese mismo instante.
            Por horas Emma estuvo sentada con el computador, leyendo historia tras historia y buscando pistas. Cuando una puerta de auto se cerró afuera, Emma se sorprendió de ver que ya eran las tres. Yendo de puntillas hacia la ventana que daba hacia la parte de enfrente, movió un listón de las persianas venecianas de Ethan—y se congeló.
            Un auto policial había llegado a la entrada de autos, e Ethan se estaba bajando por la puerta del acompañante. Se detuvo para decirle algo al oficial en la parte de enfrente—Corcoran otra vez. Reconoció el cabello castaño rapado. Luego Ethan asintió y caminó hacia la casa.
            Lo recibió en la entrada. Lucía cansado pero tranquilo, su mochila colgaba de uno de sus hombros tras él.
            - ¿Qué pasó? – exclamó.
            - Está todo bien. – Él fue hacia ella, dejando caer su mochila en el suelo junto a él. Al enderezarse, ella vio una cicatriz que nunca había notado en su frente, sobresaliendo del borde entre la cara y el cuero cabelludo. Ella repentinamente quiso besarla. – Fui por cuenta propia.
            Emma quedó boquiabierta. - ¿Qué?
            - No podía simplemente quedarme sentado y no hacer nada. Tienen que saber que eres inocente. – Levantó su mano y la puso en la mejilla de Emma. – Les dije que yo no sabía que tu era Emma realmente pero que no me importaba. Dije que te amo, seas quien seas—y que yo creía que tú eras inocente.
            Su mano en su cara la hizo sentir momentáneamente mareada. El escalofrío que había sentido cuando vio el auto policial fue reemplazado por un cálido cosquilleo.
            Ahora la voz de Ethan era baja. – Y les dije que había visto a Garrett corriendo por el cañón, la noche en que Sutton murió.
            Ella parpadeó. – Espera, ¿Qué? Si viste a Garrett la noche del asesinato, ¿Por qué no me lo dijiste antes?
            Él miró de lado a lado, aunque parecían estar completamente solos en el pasillo. – No lo vi realmente. Pero fue el único modo que se me ocurrió para hacer que la policía lo mire más de cerca. Tú viste su auto en las instantáneas de la cámara de seguridad del estacionamiento, ¿No? Puede que yo no lo haya visto, pero él estaba allí.
             - Ethan, ¿Te das cuenta de lo profundo que es el pozo que te estás cavando a ti mismo? – chilló. – No le vuelvas a mentir a la policía—no por mí. ¿No es suficientemente malo que yo haya estado mintiéndole a todos?
            Su mano se alejó de su mejilla, y ´se miró sus pies. – Lo siento. Sólo—pensé que ayudaría.
            Una puerta se abrió en algún lugar de la casa, el rápido tamborileo de un comercial de autos usados se escuchó. Ethan miró furtivamente al pasillo. Luego de un momento se escuchó el sonido de un la cadena de un baño, y luego la puerta se volvió a cerrar y el sonido de la TV se volvió sordo y distante una vez más. La Sra. Landry había vuelto a su cueva.
            Emma respiró profundo. Garrett había estado en el cañón, después de todo. Quizás Ethan estaba en lo cierto—ahora la policía tenía que investigar al ex de Sutton. – Tienes razón, - dijo, tocándole el hombro. – Gracias. Lo siento por alterarlo. Tengo mucho miedo de que la policía vaya a meterte a ti también en esto.
            Él negó con la cabeza. – Emma, haría lo que sea por ti. Quiero mantenerte a salvo. – Se agachó para abrir su mochil, y cuando se volvió a parar le puso algo en las manos. Emma miró hacia abajo y vio un teléfono prepago, aun en el paquete. – También pasé por Radio Shack y te compré esto.
            Ella se acomodó. La caja se sentía extrañamente pesada. – Ya has gastado demasiado dinero en mí, Ethan.
            - Sí, pero necesitas un teléfono, - dijo. – Ahora estoy a sólo una llamada de distancia. Si me necesitas, vendré corriendo. – La abrazó por la cintura, acercándola a él. El contacto le hizo sentir un brillo de calidez en su cuerpo, y ella lo abrazó por el cuello.
            - Realmente necesito ponerme al día en cálculo, - dijo, poniendo su frente contra la de ella. – Pero cuando acabe, ¿qué tal si compramos comida para llevar y hacemos un picnic? Sé de un sitio genial a tan solo unos metros de distancia, donde los paparazis nunca nos van a encontrar. Está justo detrás de mi casa, de hecho.
            Ella sonrió. - ¿Te refieres a tu patio?
            - ¡Has oído del lugar! – la molestó. – Vamos. Tú, yo, la luz de la vela de limoncillo. El mejor tom kha gai de la ciudad…
            - De acuerdo, - dijo riéndose.
            Al verlos, era casi como si mi corazón se relajara por un momento. Incluso con toda la locura en su vida, mi hermana había encontrado a alguien quien realmente se preocupaba por ella. Cuando vi el modo en que la miraba, me hizo desear que, algún día, cuando todo esto acabe, puedan salir adelante.
            Y me sentí agradecida de que se tendrían el uno al otro cuando—si es que—fuera a ocurrir.

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