viernes, 15 de abril de 2016

Seven Minutes in Heaven - Capítulo 7 - Una mano en la oscuridad

            Los pasos de Becky desaparecieron lentamente en la aterciopelada oscuridad, hasta que no había sonido en el cañón aparte del viento haciendo eco tristemente entre los árboles. A esta hora, incluso los grillos estaban en silencio. La luna lucía fantasmal, brillando entre las nubes andrajosas y proyectando extrañas sombras en todo el claro, retorcidas y grotescas. Abajo a lo lejos, las luces de Tucson se extendían a mis pies. Me sentía más sola de lo que nunca me había sentido en mi vida.
            La brisa se siente fuerte en mis mejillas húmedas, y me llevo las manos a la cara por un largo momento, escondiéndome del mundo como lo hacía cuando era una niña. Entre la oscuridad y todo el llanto que he tenido esta noche, mis ojos comienzan a sentirse fatigados. La presión de mis palmas me calma, silenciando mis alrededores—pero no puede silenciar los recuerdos que siguen apareciendo en mi cerebro. La pelea con Thayer, después de que había pasado tanto tiempo esperando por verlo. El accidente, el terrible sonido de crujido de la pierna de Thayer quebrándose cuando mi propio auto se abre paso contra él, conducido por alguien que no pude ver. Mi padre, viniendo a decirme que yo era su abuela, que mi madre biológica s su hija Becky. Y luego la misma Becky—mi triste y atormentada madre biológica—diciéndome que allí afuera en algún lado, tengo una hermana gemela.
            Pienso en mi viejo sueño, en donde mi reflejo saldría del espejo y jugábamos juntas. Siempre me despertaba sintiendo en paz y triste de alguna forma. Nunca quería dejarla, a esta otra niña que lucía como yo pero que no era yo. Una parte de mí siempre lo ha sabido, ahora me doy cuenta. Una parte de mí siempre la ha extrañado.
            La rabia fluye por mi cuerpo. Me agacho y recojo un puado de rocas, lanzándolas con tanta fuerza como puedo por la ladera del cañón. Los músculos de mi hombro se doblan y duelen por el esfuerzo. Estoy enojada con Becky. Estoy enojada con mis abuelos. Porque no pudieron solucionar sus problemas, me han mantenido lejos de mi gemela. Me han negado a la única persona quien podría haberme entendido, quien podría haberme hecho sentir menos sola. Duele, incluso más que los años preguntándome por qué mi madre biológica me había abandonado, por qué mis padres querían más a Laurel. Duele porque sin esta pieza que falta, nunca me sentiré completa.
            - ¡Egoísta! – grito, soltando otra pieza en el aire nocturno. - ¡Todos ustedes…. Son…. Simplemente… egoístas! – mi voz hace eco en el cañón rebotando cada vez más débil hasta que desaparece. Luego mis manos quedan vacías. Me quedo parada allí por un momento, mi respiración es agitada, mis dedos están apretados. Podría recoger más rocas. Podría arrojarlas toda la noche.
            Pero de repente pensé en la cara devastada de Becky, delgada y con marcas de lágrimas, su sutil parecido indiscutible a mí. Recuerdo la mirada afligida de mi abuelo cuando le grité temprano esta noche. Y la rabia comienza a drenarse, como el agua de una esponja.
            Estoy lejos de perdonarlos. Pero quizás, sólo quizás, se han castigado lo suficiente a sí mismos por sus errores. Ya han sufrido más de lo que yo les desearía.
            Algo cruje en los arbustos. Me detengo y escucho, mi corazón se acelera, pero sea lo que sea se queda en silencio. Alguna criatura nocturna camino a casa, probablemente. Dándole la espalda al paisaje urbano, me siento de nuevo en la banca, exhausta. Debería comenzar a bajar hacia el estacionamiento, y cruzar la calle hacia la casa de Nisha para hacer que alguien me lleve a casa. Pero no quiero ver a ninguna de mis amigas ahora mismo. Siempre están esperando que muestre la más pequeña señal de debilidad. La única persona que permitiría que me vea así de vulnerable es Thayer.
            Saco mi teléfono y bajo hasta el número de Thayer—no tengo señal aquí, pero sólo quiero mirar su foto. Es mi foto favorita de él, mirando por sobre la cumbre Wasson. Thayer normalmente sonríe con superioridad para la cámara, y a pesar de que amo esa arrogante y característica sonrisa de él, logré tomarle esta foto antes de que lo notara. Este lado pensativo y serio de Thayer—este es quien es él cuando está conmigo.
            Suspiro, mirando la foto y parpadeando para suprimir lágrimas. Amo a Thayer. Cuando no estamos peleando, somos perfectos. Nos hacemos más fuertes entre nosotros. Lo único que nos separa son los secretos que hemos guardado, las mentiras que nos hemos dicho. Thayer era quien quiso mantener nuestra relación en secreto. Y yo estuve de acuerdo. No quise herir a Garrett o a Laurel o a Madeline.
            Pero estoy cansada de las mentiras. Todo esto de escabullirnos es tan malo como los secretos que mis padres me ocultaron. Hemos herido gente, incluso a nosotros mismos. No tengo miedo de lo real que es nuestro amor, y no me importa quién  lo sepa.
            Respiro profundamente ese frío y vigorizante aire nocturno. Voy a terminar con Garrett y estar en público con Thayer. Garrett estará herido, lo sé. Su cara se pondrá morada con la rabia, y va a decir cosas malvadas y feas. ¿Pero no es mejor, a fin de cuentas, quitar la tirita ahora mismo? Quedarme con él por más tiempo sería darle falsas esperanzas.
            Abro un email de nuestra cuenta secreta en mi teléfono y comienzo a escribir, vencida por la repentina necesidad de decir todo esto, de hacerlo mientras las emociones están frescas y vivas. Querido Thayer, comienzo.
            Y luego sigo escribiendo. Le digo todo lo que me he guardado por tanto tiempo. Que estoy lista para pasar a la siguiente etapa de nuestra relación. Que lo amo. Todo me sale a borbotones.
            Y entonces escucho otro sonido, otro suave crujir en los arbustos. Me detengo, mis nervios cantan. No me suena como un animal.
            Alguien está en el cañón conmigo.
            - ¿Hola? – llamo. Quizás Becky volvió para decirme más sobre mi hermana. O quizás mi papá vino a buscarme.
            Pero no hay respuesta.
            Mi sangre comienza a latir más rápido otra vez, mi pulso martillea en mis oídos. Guardo el borrador y me levanto de la banca, pero o puedo ver más allá de los árboles y rocas que rodean el pequeño claro.
            Podría ser Madeline—Thayer podría haberla llamado desde el hospital. Quizás le pidió que venga a buscarme y decidió molestarme un poco primero, castigarme por estar aquí afuera con su hermano. Me lo merezco.
            - ¿Hay alguien allí? Di algo, - grito. Sueno más valiente de lo que me siento. – Vamos, es tarde, no estoy de humor para esta basura.
            Doy unos pasos hacia la fuente del sonido, forzándome a  no lucir asustada. Alguien podría estar grabándome desde los árboles. En el Juego de las Mentiras, nunca sabes cuándo una de tus amigas está grabándote mientras luces como una idiota, o mientras te hacen caer en una trampa. Siempre estás esperando tu merecido. Solía ser divertido. Yo solía apreciar la adrenalina, esa sensación de estar un poco fuera de control. Pero eso era cuando teníamos un freno de emergencias. Antes de que yo lo destruyera.
            Justo hace algunas semanas, pretendí que mi auto se murió en las líneas del tren. Fue una buena broma. Pero durante esa artimaña, hice lo imperdonable: Dije, Lo juro con mi vida, la frase que sólo se suponía que usáramos si estábamos en verdaderos problemas. En el momento parecía una idea genial. Nuestras bromas estaban empezando a volverse predecibles y añejas. Estábamos tan acostumbradas a nuestros trucos que podíamos verlos venir desde metros de distancia, y arruinarlos antes de que tuvieran la oportunidad de ponerse buenos. Romper la regla de las palabras seguras era la única forma de mantener el juego interesante.
            Pero desde entonces, el juego se había vuelto un poco demasiado interesante. Mis amigas me secuestraron de mentira una semana después y filmaron a mi hermana estrangulándome hasta quedar inconsciente con mi propio collar. Me dejó un gran moretón en la garganta; gasté tres botellas de corrector en una semana intentando cubrirlo. Garrett lo notó una noche cuando estábamos esperando una mesa en el Café Poca Cosa y se asustó—preguntó qué pasó, pero yo menosprecié su pregunta. Lo que ocurre en el Juego de las Mentiras se queda en el Juego de las Mentiras.
            Antes de esa noche, nunca habíamos llegado a lo físico. Las varas habían sido elevadas, y no es tan divertido como esperaba—he estado nerviosa desde entonces, constantemente esperando  que algo malo suceda. Una vez que has roto una regla como esa, no puedes arreglarlo.
            - ¿Mads? ¿Char? – doy otro paso hacia los árboles, entrecerrando los ojos hacia la oscuridad. Tengo la boca seca. Pienso en el extraño en mi auto, echando abajo a Thayer. Quien sea que lo golpeó podría estar todavía allí afuera, ocultándose en las sombras. Intento tragar saliva, pero es como si tuviera la garganta llena de arena. A algunos metros de distancia una lechuza ulula suavemente, haciéndome saltar.
            - ¿Chicas? – mi voz suena demasiado aguda. Aclaro mi garganta y lo vuelvo a intentar. – Como sea, perras. Su patético acto de psicópata no está engañando a nadie. – Le doy la espalda a la banca, con las manos temblando mientras me pongo la cartera sobre el hombro y comienzo a caminar hacia el sendero.
            Estoy cansada de no poder confiar en nadie—ni siquiera mis mejores amigas. Quizás es hora de terminar el Juego de las Mentiras. Intento imaginarme sus reacciones a esa idea. Charlotte se va a volver una alfa y me va a decir que no es decisión mía que termine. Madeline va a intentar persuadir y convencer. Laurel va a ponerse depresiva y reclamar que solo lo estoy terminando para herirla a ella después de que trabajó tanto para unirse. Pero odio que esta, entre todas las noches, después de todo por lo que he pasado, estoy asustándome porque pienso que mis propias amigas están en algo. Así no es como se supone que la amistad funcione.
            El camino hacia el estacionamiento es inclinado y peligroso, cubierto de raíces y piedras. Comienzo a bajarlo lentamente, inclinándome hacia atrás para balancearme. Cuando la luna desaparece tras un denso grupo de nubes, tengo que palpar el camino en la oscuridad. Allí es cuando siento la mano de alguien en mi hombro.
            - Sutton, - gruñe una voz detrás de mí, severa y enojada. El olor a whiskey se mezcla asquerosamente con el de la menta verde.
            Pero conozco esa voz. Y tan pronto noto quién es, me doy cuenta de lo mucho que estoy en problemas.
            Es Garrett.
Capítulo Anterior - Próximo Capítulo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Los comentarios pasan por moderación así que no aparecen de inmediato :) (Para evitar spam y/o spoilers)

Recuerda suscribirte a tu comentario para recibir una notificación cuando alguien responde :)