martes, 12 de enero de 2016

Cross My Heart, Hope to Die - Capítulo 13 - Nunca subestimes el poder de ir de compras terapéuticas

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Emma seguía en el pórtico cuando escuchó algo crujir tras ella. Su corazón se detuvo. ¿Y si era Becky escapada del hospital? Las páginas del diario cubiertas con Emma daban vueltas en su mente. Pero cuando se dio vuelta, se encontró cara a cara con Laurel.
           - Me asustaste, - Emma dijo con la mano en el corazón.
           - Cielos, nunca fuiste fácil de asustar. – Laurel se rio, enlazando su brazo en el codo de Emma. – Salir con un chico bueno te ha suavizado. Ahora vamos, tenemos que irnos. – Revisó su labial en un compacto Chanel, y luego llevó a Emma hacia la puerta.
           - ¿A dónde vamos? – preguntó Emma, tomando su cartera.
           Laurel la miró incrédula. – Duh, colgada. ¿Tan solo a la venta de muestras de Saks más grande del año?
           Emma parpadeó. – Cierto, - dijo. No tenía idea de qué estaba hablando Laurel, pero sin duda Sutton habría tenido esto marcado en su calendario virtual por meses. Se golpeó la frente de broma. - ¿Ya llegó el momento?
           - Uh, es la misma época todos los años. – Laurel rodó sus ojos. – Creo que todo ese tiempo en el hospital la otra noche debe haber afectado tu memoria.
           Abrió la puerta de su Jetta, y Emma subió. Condujeron por una cancha de golf color verde esmeralda, lucía vívida en contraste con los aleonados colores otoñales de Tucson. Usher sonó suavemente en el estéreo. Emma levantó su cabeza y sintió el viento en sus mejillas.
           Laurel hablaba alegremente al conducir. Quiero algo especial para la fiesta de Char del próximo fin de semana. Estoy cansada de todo lo que hay en mi clóset.
           - Dímelo a mí, - Emma mintió. El clóset de Sutton era, en una palabra, increíble. Tenía un millón de pares de jeans. Una cartera para cada par de zapatos. Hileras de vestidos de fiesta, algunos aun con etiqueta. Todo un cajón de cinturones y bufandas. Un único atuendo de Sutton costaba más que todo el armario de Emma en su vida anterior. Pero, de una manera extraña, ella como que extrañaba las tiendas de segunda mano—escarbar en los tarros en busca de un tesoro enterrado, reírse de los horrendos pares de zapatos que nadie en su sano juicio debería haber comprado la primera vez, menos aún una segunda vez, y escogiendo chucherías del departamento de artículos de hogar solo porque sí. Claro que no se lo diría a Laurel.
Sí, mis amigas no son exactamente del tipo de segunda mano. Emma había llevado a Mads a una tienda de segunda mano cuando llegó al comienzo. Y a pesar de que había encontrado unos geniales lentes de sol Chanel, la pobre Mads se fue del lugar como si todo estuviera lleno de piojos.
Cuando el letrero de Saks Fifth Avenue estuvo a la vista, Laurel miró de forma extraña a Emma. – Em, invité a Nisha a juntarse con nosotras, - dijo Laurel. - ¿Está bien?
           Emma parpadeó. - ¿Nisha?
           Laurel acomodó el auto en el estacionamiento y apagó el motor. – Es que—pareciera que se están llevando mejor ahora… Ella de verdad puso a Celeste en su lugar en tenis, ¿sabes? Hemos estado trabajando juntas en ese proyecto de física y pensé que…
           - Claro, está bien. Sólo estaba sorprendida. – dijo Emma.
           Una sonrisa de alivio apareció en la cara de Laurel. Emma recordó lo nerviosa que se había puesto Laurel cuando Emma descubrió que estuvo en la pijamada de Nisha la noche en que Sutton murió. La pobre Laurel había cerrado sus ojos, como si estuviera preparándose para alguna especie de castigo. Se preguntaba por qué a Sutton le importaba tanto con quién se juntaba  su hermana. Las chicas del Juego de las Mentiras estaban extremadamente involucradas en manejarse entre sí sus vidas sociales.
           Observando desde la distancia, ni siquiera yo estaba segura del por qué. Recordé la avalancha de poder, de fuerza, que sentía al unir o separar gente, cuando les decía a mis amigas quién tenían permitido que les guste, o con quien podían salir. Ahora eso parecía… pequeño.
           Nisha estaba de pie afuera de la entrada de Saks, su liso y brillante cabello estaba sobre sus hombros. Levantó su mano casi con timidez cuando se acercaron. La luz se estaba apagando rápidamente, el cielo era un celeste platinado. Había urracas revoloteando en el estacionamiento, gritando desde la cima de los postes de luz y bajando para recoger las migajas que iban desde el patio de comidas hacia los autos. Las tres chicas estuvieron de pie incómodas por un momento, mirándose entre sí.
           Luego Emma sonrió e hizo un gesto hacia Saks. - ¿Listas para el combate chicas?
           Los ojos café oscuro de Nisha se iluminaron. – Nací lista. Gracias por invitarme.
           - Por supuesto, - Laurel dijo, pasando a través de la amplia puerta de vidrio. - ¡Hagámoslo!
           La escena al interior de la tienda era una casa de locos. Mujeres se movían en manada como abejas enojadas, sacando ropa de los colgadores y de los mostradores. Había dos chicas que Emma reconoció de su clase de alemán que estaban tirando de un par de jeans entre si de un lado a otro, discutiendo fuertemente sobre quién lo había visto primero. Las mujeres mayores, apestando a Chanel No. 5  apretaban sus labios con desdén ante el desorden, pero tomaban los sombreros y carteras igual de ansiosamente cuando encontraban las etiquetas que buscaban. Las vendedoras se tambaleaban por el lugar en sus tacones de 10 centímetros luciendo acosadas.
           Emma pasó su mano por una remera de cachemira que estaba arrugada en una mesa. Cuando dio vuelta la etiqueta, le dio un ataque de tos. Incluso con la reducción de precio, la remera costaba cuatrocientos dólares. Laurel le tomó el codo.
           - ¿Ralph Lauren? ¿Para quién estás comprando? ¿La abuela? Vamos. – La guio hacia un montón de vestidos de cóctel. Nisha ya estaba revisando un rack de Oscars de La renta en colores del arcoíris. Laurel se sacó el sweater y se puso un mini vestido strapless amarillo encima de su camisa y jeans, y luego, frunciendo el ceño, se sacó los jeans. Habría sido extraño i todas las otras mujeres en la tienda no estuviesen haciendo lo mismo. Laurel estudió su reflejo en un espejo de cuerpo completo en un pilar, y luego miró con envidia a Emma. – Quisiera tener tus hombros. – Se sacó el mini vestido y se lo pasó a ella. – Pruébatelo tú.
           Emma se puso el vestido. Se contorneó frente al espejo, arrugando su cara. El color era demasiado banana.
           Vamos, quería decirle. ¿Acaso no sabía que el amarillo era el color este año? Y ella y yo teníamos el tono de piel para lucirlo.
           Ahora Laurel llevaba un vestido de encaje dorado de Dolce & Gabbana que hacia brillar su piel. - ¿Así que estás hablando con Thayer de nuevo, eh? Los vi en el antejardín.
           Emma se encogió de hombros al quitarse el vestido. – Sí. Ha sido raro lo nuestro, pero no quiero perderlo como amigo.
           Laurel bufó. – Bueno, ¿Qué esperabas? No sé qué pasó entre ustedes o por qué decidiste terminarlo, pero él no lo ha superado.
           Emma la miró cuidadosamente. Laurel había perdonado a su hermana por meterse entre ella y Thayer, pero su tono seguía sonando melancólico. Tomó un vestido rojo y corto de Alice + Olivia.
           - Te verías despampanante en este, - dijo Emma, pasándole el vestido a Laurel. – Cada chico en la fiesta va a estar babeando por ti.
           - ¿En serio? – Laurel dijo, luciendo conmovida.
           - Promesa. – Emma tomó más vestidos del rack y los sostuvo en su cuerpo sin probárselos. Poniéndose un vestido ceñido negro bajo el mentón, usó ambas manos para sacarse el pelo de la cara para ver cómo se vería ese vestido con un peinado alto.
           Laurel la miró e hizo un bufido de celos. – Tú y tus pómulos. Es tan injusto. ¿Quién fue tu madre? ¿Una bailarina rusa?
           Las cejas de Emma se levantaron. Ella y Laurel nunca habían hablado sobre la madre biológica de Sutton antes. ¿Acaso ella y Sutton lo hacían? Estudió la cara de Laurel por el rabillo del ojo. Sus colores eran completamente distintos—Laurel tenía la piel Durazno y cabello rubio arenoso del lado dela familia del Sr. Mercer, mientras que Emma había heredado el cabello oscuro y piel porcelana de la Sra. Mercer. A primera mirada no lucían para nada similares. Pero mientras más mirabas, más notabas las cosas que compartían: Las cejas arqueadas, los mismos pequeños y delicados lóbulos de las orejas, la misma línea de nacimiento del cabello. Se preguntó si Sutton y Laurel alguna vez lo notaron o lo comentaron al crecer.
           - Thayer aún está muy enamorado de ti, ¿Sabes? – Laurel continuó. – Te observa de la misma forma en que lo hizo hace dos veranos en esa feria del condado. ¿Lo recuerdas? Se pasó tres horas ganándote ese premio del Scooby-Doo gigante en el lanzamiento de anillos. Eso es dedicación. Esa clase de sentimientos no se van de la noche a la mañana.
           Emma ocultó una sonrisa. Eso era dedicación. Nadie se había pasado tres horas haciendo nada por ella, pero era la clase de gestos ridículos y románticos que le encantaban. Se imaginó a los dos compartiendo un buñuelo, andando en la rueda de la fortuna. Pero luego se detuvo confundida. ¿A quién se estaba imaginando en este recuerdo? — ¿A Sutton, o a si misma?
           Cuidado, Emma. Como dije antes, no soy buena compartiendo, especialmente con hermanas.
           Nisha apareció a su lado, llevando un vestido morado delgado como papel que hacía que su piel luzca radiante. Ya había pasado por la registradora y tenía dos bolsas negras de Saks sobre sus hombros. - ¿Y cómo van las cosas contigo e Ethan? – preguntó.
           - Bien, - dijo Emma. – Él es un romántico.
           Nisha le dio un codazo. – Y también tiene un lindo y feroz gancho derecho.
           Emma rodó sus ojos. - ¿Qué tan estúpida fue esa pelea? Yo podría haberlos estrangulado a los dos.
           Laurel se rio desde las profundidades de un vestido negro con volados del que estaba en proceso de salirse. – Como si no hubieras estado poniéndolo a él y a Thayer en contra. En serio, Sutton, todos saben cómo trabajas. Te gusta mantenerlos celosos.
           - ¡No es así! – Emma insistió, se cruzó de brazos y miró. - ¿Por qué no pueden simplemente calmarse y aceptar que ya no estoy en el mercado por más drama?
           - Yo no me preocuparía. Ethan obviamente está loco por ti. Si no puede soportar un poco de competencia, no puede soportar salir con Sutton Mercer. – Laurel. Laurel le chequeó el cuerpo de manera juguetona, luego se sacó el vestido sin siquiera mirarlo en el espejo. – Vamos a ver los zapatos.
           Emma dejó un vestido con lentejuelas de Badgley Mischka y siguió a Laurel a través de la tienda. Había cajas de zapatos, pañuelos de papel, y calcetines desechables de nylon tirados por todo el piso de la sección de calzado. Una mujer rubia con la piel tan bronceada que parecía como cuero modelaba un par de tacones de 15 centímetros con diseño de leopardo, mientras que un hombre medio calvo y anciano en un traje Armani sostenía su cartera. Una manada de chicas pre adolescentes se reían y se tomaban fotos entre sí usando plataformas Lanvin que claramente no iban a comprar.
           Laurel alcanzó hambrientamente un par de Louboutins de terciopelo. Se los puso en sus pequeños pies y giró su cadera críticamente.
           - Mamá y papá me matarían, - dijo, mirando el precio. – Pero al menos sería feliz.
           - Lucen… - de repente Nisha se distrajo y tomó el brazo de Emma. – Oh-oh, - dijo entre dientes.
           Emma siguió su mirada a través de la tienda. A tan solo 6 metros de distancia, parado frente a un rack de bufandas plateadas, estaba Garrett Austin, el ex novio de Sutton.
           Emma lo miró. Garrett llevaba una camisa a rayas nueva y un par de J Brands perfectamente amoldados. Había dejado crecer su cabello rubio arena, cambiando el corte pijo que había tenido cuando salía con Sutton por un look más largo y desordenado. Después de todo, él era bastante lindo… a excepción de la expresión feroz que tenía.
           Emma retrocedió y miró abajo, sorprendida de verlo tan enojado. Ella sabía que Garrett tenía mucha mala voluntad hacia ella, tanto por haberlo rechazado la noche de la fiesta del cumpleaños de Sutton como por terminar con él poco después. ÉL prácticamente la atacó en el baile de Halloween. Si no hubiera sido por Ethan interrumpiéndolos, quién sabe qué podría haber pasado.
           En ese momento, dos chicas se acercaron a Garrett, sus brazos estaban llenos de bolsas de compras llenas. – Estamos listas – dijo una chica que llevaba un sombrero de fieltro y una minifalda de encaje negro. Emma estaba segura de que era Louisa, la hermana menor de Garrett. La otra chica era Celeste.
           - Muchas gracias por traerme, Garrett, - murmuró, tocando sugestivamente a Garrett con sus largos dedos con muchos anillos. – Es tan triste que la gente de Tucson malgaste bencina viniendo en autos separados. En Taos, todos comparten el vehículo hacia todos lados.
           Nisha hizo un sonido con la garganta.
           Garrett se sonrojó, sonriendo tímidamente a la nueva chica. – Estoy completamente de acuerdo, tenemos que hacer algo, como, preservar los recursos de la tierra. Pero algunas personas son egoístas, supongo.
           Yo me reí con la boca cerrada. Esto, viniendo del chico que le rogó a su papá por una Hummer que consumía un montón de bencina.
           Emma miró a Nisha. – ¿Supongo que esto significa que tú y Garrett ya no están juntos?  - murmuró.
           Nisha lucía como si estuviera ahogándose de la risa. – Por favor. Nunca estuvimos realmente juntos. Él sigue como colgado de ti, pero no lo admite. Incluso yo me cansé de escuchar lo perra que eras.
           Emma le dio un golpecito. – Qué amable de tu parte.
           Nisha sonrió. – Además, es un llorón.
           Emma miró a Garrett y Celeste de nuevo. – Eso es exactamente, - Celeste decía, apretando la mano de Garrett. – Hay un montón de gente egoísta por aquí. – Miró hacia Emma, Laurel, y Nisha, lanzándoles una sonrisa apretada.
           - ¡Disculpa! – Laurel dijo, dando un paso al frente, con los hombros tensos.
           Celeste parpadeó inocentemente. – Oh, no me refería a ti, obviamente. – Se iluminó cuando su mirada cayó en Emma, como si la hubiera notado por primera vez. - ¡Sutton! ¡Hola! – Miró los brazos vacíos de Emma. - ¿Qué ocurre? ¿No puedes encontrar nada que te entre? – Garrett se rio.
           Emma retrocedió, como si hubiera sido abofeteada. – De hecho, estaba a punto de comprar esto, - interrumpió Laurel, sosteniendo el vestido amarillo que Emma se había probado antes.
           - Oh, no, - Celeste hizo un puchero, sus grandes ojos parpadearon bobamente. – Pero el amarillo choca mucho con tu aura. Yo no lo usaría si yo fuera tú.
           Nisha refunfuñó. - ¿Quién se murió y te hizo la nueva policía de la moda?
           Garrett frunció el ceño, cruzándose de brazos. Su hermana miraba entre todas las chicas y dio un paso dudoso hacia atrás.
           - Oh, por favor. – Celeste se rio, toda inocente. – Yo no diría ser la policía de nada, mucho menos de la moda. Yo no creo en cosas tan…fugaces. Insignificantes.
           - ¿Y entonces por qué estás aquí? – Laurel preguntó, sin molestarse en ocultar su sarcasmo.
           Buena esa, hermanita, animé silenciosamente.
           - Sólo para hacerle compañía a mis amigos y para escoger algunos regalos, - Celeste explicó, poniendo sugestivamente un brazo alrededor de los hombros de Garrett. – Pero estás en lo cierto, es hora de que me vaya. Mis chacras son extremadamente sensibles a todo este consumismo. – resopló y se volteó hacia la puerta.
           - Um, cierto, - Garrett dijo, apresurándose para alcanzarla. Miró venenosamente a Emma una vez más antes de desaparecer.
           Emma se apoyó contra el rack de zapatos, sintiéndose agotada. – Ella es tan rara.
           Nisha movió su mano despectivamente. – No la dejes afectarte.
           - Oh, no lo hará, - Emma dijo con su mejor voz de Sutton.
           - Y no dejes que Garrett te moleste tampoco, - dijo Laurel tranquilamente. – Sólo está celoso.
           Emma asintió, volviéndose hacia los zapatos, pero no estaba tan segura. Garrett lucía mucho más que celoso en el baile de Halloween. Lucía enojado—hasta violento.
           Yo no podía dejar de pensar en la mirada de la cara de Garrett tampoco. Mis recuerdos de mi ex eran difusos, pero aun así podía ver su dulce sonrisa, la gentileza de sus ojos cuando me miraba. Nunca había pensado que era capaz de ese tipo de odio. ¿Toda esa rabia era solo porque Emma no se acostó con él? Esa idea me rompió un poco el corazón. Había pensado que lo conocía mejor que eso.
           Pero obviamente no conocía a nadie tan bien como pensaba, como Emma me lo comprobaba una y otra vez.

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